No había leído nada de Stanislaw Lem [1921-2006] y encontré la recomendación en el suplemento de El País de hace algunas semanas de una de sus obras: El hospital de la transfiguración; Impedimenta, 2008. Ya la tengo en mis manos y este pasado fin de semana he comenzado a leerla. El prólogo de Fernando Marías llama a la lectura de esta novela como una unidad, leer de un tirón y encerrado, sin molestias: “Enciérrate en casa, lector, desconecta el teléfono, miente para anular las cenas previamente comprometidas y lee este libro sin demorarte un minuto: el tren se acerca ya a Nieczawy, no vayas a perderlo”.
…”Aquel día de finales de febrero el cielo estaba veteado de brillantes nubes de suaves contornos. La nieve en parte derretida por el deshielo, se había acumulado en las hondonadas y en los barrancos, dejando al descubierto matorrales de broza y arbustos, ennegreciendo el camino de barro y obstruyendo las arcillosas laderas. En la blancura hasta ahora uniforme del paisaje irrumpía el caos, presagio de cambios.
Absorto, Stefan dio un paso en falso y el agua se le coló en el zapato. Se estremeció de asco.”
Me gusta lo que he leído hasta ahora, aunque no he podido leer de un tirón.
…”Aquel día de finales de febrero el cielo estaba veteado de brillantes nubes de suaves contornos. La nieve en parte derretida por el deshielo, se había acumulado en las hondonadas y en los barrancos, dejando al descubierto matorrales de broza y arbustos, ennegreciendo el camino de barro y obstruyendo las arcillosas laderas. En la blancura hasta ahora uniforme del paisaje irrumpía el caos, presagio de cambios.
Absorto, Stefan dio un paso en falso y el agua se le coló en el zapato. Se estremeció de asco.”
Me gusta lo que he leído hasta ahora, aunque no he podido leer de un tirón.
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