martes, 30 de septiembre de 2014

LECTURAS:NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA. PIERRE LEMAITRE



La conmemoración del centenario del comienzo de la Gran Guerra se ha convertido en una magnífica coartada para dar rienda suelta a la publicación de trabajos de investigación, ensayos, novelas, reediciones de obras que estaban en el cajón del olvido; en fin nos hemos podido aprovechar de esta circunstancia para poner al día todo lo que rodea a este acontecimiento y las repercusiones que ha tenido.

            Pierre Lemaitre en Nos vemos allá arribaSalamandra, 2014 arranca la trama de su novela cuando ya se empieza a rumorear que la guerra está tocando a su fin, que el armisticio está al llegar. En este marco se va a fraguar la amistad, una amistad muy profunda, de dos soldados franceses y de ahí hasta el núcleo de la novela, fundamentado en un hecho real, el fraude colosal en la exhumación de los cadáveres de cientos de miles de soldados para llevarlos a cementerios militares.

            En un mundo de necesidades, el negocio con la muerte es uno más; el París de la posguerra, depauperado y hambriento, militares que se tienen como objetivo colocar medallas en su pechera sin que el coste en vidas sea un freno en sus ambiciones, son algunos de los caminos por donde circula esta novela.

            Pierre Lemaitre forjado en la novela negra consigue que lector quede pegado a esta historia, que bascula desde la sordidez del negocio sin escrúpulos, hasta la amistad, sin condiciones de dos camaradas de guerra, y todo ese recorrido se hace de forma ágil y sin concesiones ni coartadas a los personajes.


            Recomendable su lectura, así que, como siempre, les dejo unos párrafos por si sirven para animarlos.

       Todos los que pensaban que aquella guerra acabaría pronto habían muerto hacía tiempo. precisamente a causa de la guerra. así que, en octubre, Albert recibió con bastante escepticismo los rumores sobre el armisticio. Les dio tanto crédito como a la propaganda del principio, que aseguraba, por ejemplo, que las balas de los boches eran tan blandas que se estrellaban contra los uniformes igual que peras pasadas y provocaban las carcajadas de los regimientos franceses. en cuatro años, Albert había visto la tira de tipos muertos de risa por el impacto de una bala alemana.


         Era consciente de que su negativa a creer en la inminencia de un armisticio tenía algo de superstición: cuanto más se espera la paz, menos crédito se da a las noticias que la anuncian, es un modo de ahuyentar la mala suerte. Sólo que esas noticias llegaban día tras día en secuencias cada vez más seguidas y en todas partes se repetía que la guerra estaba realmente a punto de terminar. Por increíble que pudiera parecer, incluso se pronunciaron discursos sobre la necesidad de desmovilizar a los veteranos, que llevaban años en el frente. cuando el armisticio se convirtió al fin en una perspectiva razonable, hasta los más pesimistas empezaron a acariciar la esperanza de salir con vida de la contienda. [ob. cit. pág. 13]

lunes, 29 de septiembre de 2014

LECTURAS: CERO CERO CERO. ROBERTO SAVIANO



En ocasiones mis comentarios sobre los economistas, sus predicciones no son muy  a su favor. A veces pienso que muchas veces se asemejan bastante a los astrólogos. Da la impresión que viven en otro mundo, un mundo que se aleja demasiado de éste, el que habitamos el resto de los mortales. Lo anterior surge después de la lectura de Cerocero cero (como la cocaína gobierna el mundo), Anagrama, 2014; de RobertoSaviano. Sigo sin entender como los gobiernos de los distintos países no han afrontado este problema como un problema económico. La “guerra al narcotráfico” solo genera más violencia y enquista un conflicto que necesita medidas, pero no de índole militar. Hay que dar un paso más allá y desenmascarar el inmenso negocio, la cantidad de divisas que se mueven, los “empleos” que genera y las redes y tramas comerciales que se levantan como esenciales para esta actividad.

            Roberto Saviano, después de Gomorra, 2008 su vida cambió, pasó a la “clandestinidad” forzada por las amenazas de grupos mafiosos (dedica su libro cero cero cero a los policías que le sirven de escolta permanente). Bucear en los entresijos de este negocio que se mueve al margen de la ortodoxia comercial y financiera, que no conoce más leyes que las propias y el paradigma que las articula es la “la ley del más fuerte”, donde los derechos individuales, de los trabajadores, o cualquier otra garantía individual o social quedan al margen de el vaivén de la coca.

            Como ustedes comprenderán un trabajo como este que presenta Saviano remueve las aguas casi tranquilas de quienes manejan este negocio. Se dan nombres, se sacan a la luz formas de actuar y como no podía ser de otra manera, aflora la corrupción. Todo el mundo es susceptible de ser corrompido, solo hay que saber el precio que hay que pagar, aunque es verdad que en algunos casos casi están a precios de saldo determinadas acciones.


            En fin, casi necesaria su lectura aunque sin caer en el pozo más profundo del pesimismo, sobre todo cuando nos damos cuenta que vivimos en una sociedad en la que eso de elegir gobiernos casi, casi es una anécdota, pero sigamos.

“No existen títulos que coticen en bolsa capaces de generar el beneficio de la cocaína. La inversión más arriesgada, la especulación más previsora, movimientos rapidísimos de ingentes flujos de dinero que logran abatirse sobre las condiciones de vida de continentes enteros, no consiguen una multiplicación del valor comparable ni de lejos. Quien apunta hacia la coca acumula en pocos años riquezas que en general los grandes holdings han conseguido en décadas de inversiones y especulaciones financieras. Si un grupo empresarial consigue meter mano a la coca, ostenta un poder imposible de alcanzar con cualquier otro medio. De cero a mil. Una aceleración que no puede dar ningún otro motor económico. Por eso, allí donde la coca es la economía de escala no existe más que el enfrentamiento feroz y violento. Con la coca no hay mediación. O todo o nada. Y todo dura poco. No puedes dedicarte al tráfico de cocaína con sindicatos y planes industriales, con ayudas del Estado y normas impugnables en tribunales. Ganas si eres el más fuerte, el más astuto, el mejor organizado, el mejor armado. Para cualquier empresa vale que, cuando más tensas la goma, más logras imponerte en el mercado. Si consigues tensar aún más esa goma con la coca, entonces podrás vencer en todos los demás sectores. Sólo la ley puede romper la goma. Pero aun cuando la ley localiza la raíz criminal y trata de arrancarla, sigue siendo difícil que consiga encontrar todas las empresas legales, las inversiones inmobiliarias y las cuentas bancarias que se han adquirido gracias a la extraordinaria tensión conseguida mediante el polvo blanco.” [ob. cit. págs.. 99-100]

No me resisto a transcribir unas líneas que casi cierran su libro y que considero muy interesantes y propias para una reflexión seria y profunda:

            “Pero todavía me queda respeto. Respeto por quien lee. Por quien araña un tiempo importante de su vida para construir nueva vida. Nada es más poderoso que la lectura, nadie es más embustero que quien afirma que leer un libro que leer un libro es un gesto pasivo. Leer, sentir, estudiar, entender es el único modo de construir vida más allá de la vida, vida junto a la vida. Leer es un acto peligroso porque da forma y dimensión a las palabras, las encarna y las dispersa en todas direcciones. Lo pone todo patas arriba, hace caer de los bolsillos del mundo monedas y billetes y polvo” [ob. cit. pág. 483]

Para ver como se afronta el problema [++] leer aquí. Estas son algunas de sus conclusiones [++]

domingo, 28 de septiembre de 2014

CINE: MI AMIGO MR. MORGAN. SANDRA NETTELBECK



  Me gusta pensar que el cine se inventó para que pudiéramos disfrutar de las interpretaciones de los grandes actores como Michael Caine Su presencia en el reparto de una película es motivo más que suficiente para acudir al cine. En Mi amigo Mr. Morgan (M. Morgan’s last love), 2013 de la directora Sandra Nettelbeck, Caine le da peso y credibilidad a la historia que la directora quiere contar.
 

            Posiblemente este trabajo no va a ser por el que pase a la posteridad, con el que se van a quedar sus admiradores, sin embargo es capaz de darle vida a un viejo profesor, viudo, viviendo del pasado y sin un futuro a la vista, salvo el de las rutinas (recoger el periódico, comprar su almuerzo donde siempre) que no enriquecen, sino casi lo contrario. En este papel, Caine llena la pantalla, atrae al espectador con sus gestos, su cuerpo y mirada cansina, contemplando el vacío sentado en el borde una cama. Sus registros son múltiples y por lo tanto gratificantes, porque de ese viejo profesor vamos a ver otra cara.

            El señor Morgan busca la autodestrucción para paliar la soledad en la que está inmerso y al que una espiral de abandono lo encamina hasta ese punto en que quiere dar con sus cuadernas contra cualquier acantilado para terminar ahí sus días, sin embargo como una playa luminosa, como una grieta por donde entra la luz, como dice el propio Mr. Morgan es el encuentro con Pauline, una joven, también profesora, (no digo más) y para nuestro protagonista la vida tiene otro rumbo, giro que le da un aire distinto, una brisa fresca desde ese encuentro casual.

            La directora resuelve esta historia de una forma que yo no comparto, pero como es su historia bien vale su final y si tienen oportunidad y ganas, como casi siempre ocurre, se presta para el debate y la discusión el cierre de esta trama. A pesar de no compartir el final, la película tiene mucho encanto, entre ellos y muy importante, la interpretación de Michael Caine, así que si lo ven oportuno no dejen de verla.

            Ah, se me olvidaba, la versión doblada que ofreció el TEA, Espacio de las Artes era de poca calidad en los subtítulos, algo que tienen que cuidar para ofrecer una versión original en condiciones.









Cuidado con la mano (si ven la película lo entenderán)

Otro Michael Caine, joven, pero igual de buen actor

miércoles, 24 de septiembre de 2014

LECTURAS: VICTUS. ALBERT SÁNCHEZ PIÑOL



     
Después de varias semanas de lento rumiar la novela de Albert Sánchez Piñol, Victus; La Campana, 2013, voy a intentar describirles las sensaciones con las que me quedé cuando vi el punto final. Como en otras ocasiones apliqué aquello de: “leer sobre seguro”, conocer al autor por otras lecturas da cierta seguridad, y así no cargas posibles suspicacias como alguien que conoce mis gustos aventuró que esta obra de Sánchez Piñol “no te va a llenar”, expresión literal.


            Los antecedentes tienen ya unos años, La piel desnuda de 2003, y Pandora en el Congo, dos años después. La primera fue una grata sorpresa, pero que en Pandora ya no llegó al mismo nivel, de interés para mi, me refiero. Como ya ha pasado mucho tiempo y casi se había desdibujado en mi memoria el recuerdo de Pandora en el Congo y prevalecía el rastro que había dejado mi primera lectura de Sánchez Piñol, no me lo pensé dos veces, fui a por Victus, en la que el autor hace una incursión en la novela histórica con un modelo ya trillado, Arturo Pérez Reverte con su Alatriste desbrozó el camino. Ahí lo dejo.

            Es evidente que escribir es una actividad creativa, pero tiene que dar de comer, así que como producto terminado, la novela, hay que colocarla en el mercado en el momento oportuno y en el lugar adecuado. Sánchez Piñol, legítimamente aprovecha la oportunidad y cuenta los coletazos de la guerra de sucesión española centrándose, cómo no, en asalto a la ciudad de Barcelona por parte de las tropas borbónicas.

            El conflicto arranca con la muerte de Carlos II en 1700 sin descendencia. Esto lo cuenta muy bien Joseph Pérez en La Historia de España (Julio Valdeón, Joseph Pérez y Santos Juliá), 2006, editada por Austral, además con más fundamento.

            Así lo relata Piñol:
            “En el año 1700 moría el emperador Carlos II de España, un engendro de la naturaleza, un fardo babeante que si no hubiera sido rey se habría pasado la vida encerrado en algún monasterio. Sus  súbditos castellanos lo llamaban “el Hechizado”. Yo no sería tan piadoso, así que dejémoslo en “el Tarado”. No tuvo descendencia. ¿Cómo iba a engendrarla? Estaba tan mal de la azotea que debió de morirse sin saber que ese rabanito que cuelga entre las piernas sirve para algo más que hacer pipí.
            Todos los reyes, por definición, son unos tarados o acaban siéndolo. El único debate es saber si para sus súbditos es mejor que los gobierne un tonto del culo o un hijo de puta. De joven yo era partidario de los tontos, porque al menos se conforman con comer faisán y dejan en paz a la gente. El Tarado, por ejemplo, fue muy lamentado en Castilla por muy popular en Cataluña. ¿Por qué? Pues porque no hizo nada de nada. Su atrofia cerebral era un reflejo de Castilla y de su imperio coagulado. A los catalanes ya les iba bien. Cuanto menos gobierne un rey y más lejos esté, pues tanto mejor.
            Mucho antes de su muerte ya era obvio que ese despojo humano del Tarado la palmaría sin haber tenido hijos. Como es lógico, todos los carroñeros de Europa estaba ojo avizor. Años después conocí a un noble francés que en el cambio de siglo había servido en la embajada de Madrid. Tenían la corte tan infestada de espías… ¡que hasta consiguieron los calzoncillos del rey! El examen no dejaba dudas: Carlos no eyaculaba. Y según las leyes naturales, sin semen no hay descendencia” [Ob. cit. págs.. 123-124]