lunes, 27 de diciembre de 2010

LECTURAS: NIEVE EN OTOÑO. IRÈNE NÈMIROVSKY


No, no esperen que Nieve de otoño tenga la densidad de Suite francesa, 2007 esta novelita, que se lee de un tirón, de apenas noventa y tres páginas, Nieve de Otoño, Salamandra, 2010. Lo de novelita es por el número de página, no por la intensidad e interés del contenido. Como Irene Némirovsky sabe despojarse de todo lo innecesario, es capaz en pocas páginas contar una historia como la de Tatiana, ya vieja ama de llaves, aya que con trato de madre cuida, educa a los hijos de su amo y señor.

Tatiana, fiel más allá de la devoción cuida la mansión de familia cuando ya se huele la pólvora y se escuche el estruendo de la revolución a las puertas de esa casa, que representa el poder de una clase social ajena a los derechos y hasta de las necesidades de quienes les servían casi con devoción. Tatiana salva lo material del poder, les sigue más allá de lo humanamente entendible y acaba en el París del exilio. Allí extraña la nieve de su tierra natal, pero le puede más su responsabilidad con su amo y señor.

Pues todo ese recorrido y vivencias sólo lo puede narrar tan claramente esta autora que es capaz de ajuar su relato a lo estrictamente necesario, imprescindible, de manera que el lector sienta el poder de la revolución, su devoción por el servicio a la familia con la que llevaba toda una vida y su final, triste, pero escrito en el aire desde las primeras páginas.

Les dejo con algunos párrafos, espero que les resulten interesantes.

“Tras cerrar las puertas de la casa vacía, Tatiana Ivanovna subió al pequeño mirador construido en el tejado. Era una noche de mayo, suave y cálida. Sujarevo ardía: las llamas se veían con nitidez y se oían gritos lejanos, traídos por el viento.

Los Karin habían huido en enero de 1918, cinco meses antes, y desde entonces la anciana había divisado todos los días en el horizonte pueblos incendiados, que se apagaban y volvían a arder, a medida que pasaban del dominio de los rojos al de los blancos, y de nuevo al de los rojos. Pero el incendio nunca había estado tan cerca como aquella noche: el resplandor iluminaba el parque abandonado de tal modo que podían verse hasta las lilas del sendero principal, que habían florecido el día anterior. Engañados por la claridad, los pájaros volaban como en pleno día. Los perros aullaban. Luego, el viento cambió de dirección y se llevó el fragor del fuego y su olor. El viejo parque volvió a quedar a oscuras y en silencio, y el aroma de as lilas inundó el aire”. [Ob.cit. págs. 29-30]

LISBOA OTRA VEZ

Una amiga me dice: “Mira si me gusta Lisboa que en mayo vuelvo”. Bien todos tenemos lugares que nos atraen especialmente por distintas razones. En mi caso Lisboa tiene el atractivo de “conocerla” a través de los ojos de José Cardoso Pires [1925-1998], escritor de relatos breves que me recuerda al boxeador que pelea fajándose con el contrario en el cuerpo a cuerpo y que sale de ese cuerpo a cuerpo con la gracia de una bailarina (no se me ocurría otra comparación). Pues como las ciudades se conocen porque se visitan o se leen, en Lisboa, diario de a bordo. Voces, miradas, evocaciones; publicado por Alianza en 1997. En las páginas de ese breve diario he “visto” la ciudad, y ahora tengo la oportunidad de poner imagen a lo que Cardoso nos ha contado, a cosas como: “Apenas amanece, te me apareces posada sobre el Tajo como una ciudad que navega. Es natural: cada vez que me encuentro en alturas desde la que creo abarcar el mundo, en la cima del mirador o sentado en una nube, te veo ciudad-nave, barca con calles y jardines por dentro, y hasta brisa que corre me sabe a sal. Hay olas de mar abierto dibujadas en tus calzadas; hay anclas, hay sirenas”.
Opus Night, el personaje de Cardoso Pires en Alexandra Alpha, asegura que Lisboa, a la luz del sol, sólo sirve para perturbarle la vista, sólo es entendible para un noctámbulo irreductible y hasta enfermizo que hace de las sombras casi su morada y seguro que dice porque, como el propio Cardoso afirma: “Nunca ha visto a Lisboa bajo esa luz, sólo eso faltaba; y si la viera probablemente acabaría con la mandíbula desencajada, porque es una ciudad de geometría esquiva, colinas, quebradas, ondulaciones, reflejos de río con tonos imprecisos, según los días y según las mareas; un cuerpo para deletrear sin prisas”.
En el lado opuesto, quien ama la luz, quien perfila la ciudad desde las luces y las sombras o los reflejos en su río. Fernando Assis Pacheco en poema en el que aturdido por la luz y en un estado casi afiebrado escribe: “Si fuera Dios detendría el sol sobre Lisboa”. Ni así, afirma Cardoso la luz la moldeará: “Nunca el sol podrá iluminar por igual una ciudad tan caprichosa como ésta. Tiene que acomodarse a sus contornos y a sus desordenados instintos, a su placidez aquí, el rumor de los viejos barrios allá, y sólo gracias a tantos desvelos darle su color singular”.
Claro que si la luz crea tal controversia el color no queda atrás, así que: “De Lisboa se puede decir que hasta los daltónicos discuten sobre su color”. Del ocre “pombalino”, el verde, verde las estatuas comidas por el mar o el blanco de las espumas del océano.
En fin, esto me mueve, entre otras cosas, a visitar esta ciudad para percibirla directamente, aunque mediatizado por quienes la han descrito y vivido, porque para conocer una ciudad hay que vivirla, no visitarla solamente.
Espero añadirle a esta entrada alguna de las fotografías que haga en la Ciudad. No sé si sabré captar sus colores y sus formas, pero lo intentaré.

domingo, 12 de diciembre de 2010

CINE: NEDS. PETER MULLAN


Peter Mullan en su corta carrera como director, NEDS, 2010 es su tercera película, garantiza la cruda y descarnada realidad de ambientes sociales deprimidos. No hay concesión a la tibieza en el trato de los acontecimientos y busca que las imágenes, los diálogos golpeen allí donde más duele al espectador, que no hace falta que tenga una sensibilidad exquisita relacionada con los temas sociales, simplemente ser humano.

Con la guía de su maestro Ken Loach intenta transportar al espectador, de manera que vida muy directamente la acción. En “Las hermanas de la Magdalena”, 2002 sufríamos el frío en las manos de las jóvenes mientras lavaban la ropa, o los castigos físicos que sufrían. En “NEDS”, creo que no lograr llevarnos a la interiorizar las vivencias del protagonista, un adolescente que sufre un cambio radical en su forma de ser que se le escapa al espectador porque Mullan no pone el énfasis en los mecanismos del cambio, sino en fatalidad del mismo, así que nos transporta a los años setenta en el Reino Unido, donde las luchas entre pandillas de jóvenes ponen de patas arriba a una sociedad demasiado conservadora y poco tolerante.

El protagonista recorre un camino cada vez más siniestro con tintes autodestructivos que creo que encallan la película a la que le sobra metraje y le faltan sutilezas para perfilar mejor a los personajes, el protagonista, sobre todo, aunque consigue dibujar perfectamente al padre alcohólico, que por cierto interpreta el mismo Mullan.

En fin, si tienen oportunidad no dejen de verla, seguro que muchas de las cosas suenan a muy actuales.