domingo, 31 de mayo de 2009

EN OCASIONES ES MEJOR EQUIVOCARSE

Sí, hay ocasiones en las que es mejor no tener razón, ni siquiera acercarse a lo que podríamos llamar: Tener razón. Hace algunas horas escribía en este blog alguna reflexión sobre la campaña electoral y sobre qué se estaba ocupando. Para confirmar ese pesimismo sobre el contenido de la campaña Santos Juliá escribe hoy en El País el siguiente artículo. Espero que les resulte interesante. Ah, me alegro coincidir con él.

SANTOS JULIÁ OPINIÓN

Europa relegada

SANTOS JULIÁ 31/05/2009

En este acelerado descenso hacia la nada que sufren los debates políticos en la España del siglo XXI llega el turno a Europa, en otro tiempo espejo que nos daba la medida de nuestra desventura. Pasar una temporada en Francia, un verano en Inglaterra, asistir -los más audaces- a clase en alguna universidad alemana, visitar Roma, constituía una especie de iniciación: desde la lejana revolución liberal hasta la cercana dictadura, los españoles que salían a Europa regresaban convencidos de que no existía más futuro que ser como en el presente eran ellos, los europeos.

Esa convicción apasionada alentó una inmensa literatura y no poco debate político que finalmente explotó en los años ochenta del siglo pasado, cuando una generación de nacidos bajo la dictadura dio lo mejor que llevaba dentro impulsando el proceso de incorporación a Europa. En una combinación única, quizá irrepetible, de entusiasmo e inteligencia, fuimos capaces de sortear obstáculos y allanar barreras: nadie, comenzando por Francia, regaló nada; fue un logro que puede y debe atribuirse en primer lugar a los dirigentes políticos de aquella generación. [leer más]

Y DALE CON EL AVIÓN

Esta campaña electoral, como casi todas, se está perdiendo en el anecdotario, y dentro de éste, en lo más chusco. Que si el avión de la Fuerza Aérea, que si lo usa, que no debe usarlo; la presencia del presidente de la comunidad valenciana en los juzgados a cuenta de unos trajes a medida, casi como los féretros, y así sucesivamente hasta cansar al más paciente de cada lugar. Mientras se usa esta munición el electorado, el grueso de la ciudadanía, asiste atónito a este espectáculo bochornoso y canallesco que poco dice de quienes lo practican. El debate López Aguilar – Mayor Oreja fue cualquier cosa menos un debate; y la periodista que lo condujo parecía un juez de pista administrando los tiempos para cada uno de los intervinientes. Eso no es un debate y eso no es hacer periodismo.

Mientras la campaña transcurre por estos derroteros, la Unión Europea [UE] sin barrer. Se olvidan de lo importante y decisivas que son las directivas que se aprueban en este parlamento. Los partidos no tienen altura, si la tienen no la muestran, para explicar la trascendencia de este parlamento, único organismo democrático dentro de la UE, no nos olvidemos de esto, porque la UE tiene el aval democrático por sus componentes no porque lo sean sus instituciones. Así que si no se hace auténtica pedagogía en la campaña mal van a ir los resultados de participación porque también hay que reconocer que la UE actúa como una banda mal avenida en muchos casos. No hay una política común de exteriores, desde la foto de las Azores hasta la independencia de Kosovo cada país miembro de la UE ha actuado como mejor le convenía. No es el único caso, porque la crisis que estamos padeciendo no ha visto una actuación conjunta de la UE, y cada miembro ha puesto solución como mejor ha podido. Hay más ejemplos: cada país negocia su política energética unilateralmente; El protocolo de Kioto ha demostrado que unos países lo han cumplido, otros ni lo intentan. Por cierto España debería ponerse al día en cuanto a contención de emisiones. Cada estado miembro actúa con la política del “sálvese quien pueda y cuando pueda”. En el plano educativo la contestación a Bolonia es significativa y cae en el olvido en esta campaña. Tampoco se explica por qué la política proteccionista en agricultura pretende mantener de forma artificial y subsidiada este sector perjudicando el libre comercio con países menos desarrollados; tampoco se explica que se invierta más en estos subsidios agrarios que en I+D+i. Tienen mucho que explicar.

También el Parlamento Europeo ha tenido iniciativas que meten miedo como la directivas sobre prestación de servicios en países distintos al origen de la empresa, la propuesta de las 65 horas de trabajo se semanales o los intentos de restricción de intercambio de archivos sin ánimo de lucro.

De todas estas cosas y muchas más no se ocupan en la campaña electoral. No saben, no interesa, no quieren… se me ocurren otras cosas, pero no vale la pena. Lo que sí parece claro es que este no se espera una amplia participación ciudadana, y no creo que sea tanto esa idea de lejanía de Europa, sino que cansan, los discursos vacíos y llenos de tópicos cansan y hasta exasperan. Que termine la campaña electoral, por favor, de lo contrario van a desanimar a más ciudadanos.

OTRAS LECTURAS: NORMAN MAILER

La editorial 451.http.doc ha recuperado un texto de Norman Mailer: “En la cima del mundo”, publicado en 1971. La verdad es que cuando lo tuve en mis manos, me lo regalaron, pensé que era una crónica más de Cassius Clay –Muhammad Ali-como boxeador, o una biografía sin más. Estaba muy equivocado y desde el comienzo, el prólogo de Andrés Barba, muy bueno, me puso sobre la pista de que tenía en mis manos algo más que una simple crónica del mejor boxeador de todos los tiempos.

Cassius Clay y después Muhammad Ali, fue algo más que un boxeador. Es cierto que no ha habido, ni creo vaya a aparecer un peso pesado mejor y más atípico que Ali. Sus características físicas, su agilidad en el cuadrilátero y lo poco ortodoxo de su forma de boxear le alejan del típico peso pesado representado por una mole de músculos, cara cuadrada, nariz rota y unos brazos que son como martillos y programado para dar un golpe más, el golpe definitivo, que ponga al rival en la lona. Ali en el ring era otra cosa, y creo que no es exagerada la comparación si digo que los movimientos de otros boxeadores de su peso como Liston, Bonavena o Frazier comparados con los de Ali, es como intentar comparar una bailarina del bolshoi con un paquidermo caminado por la sabana.

Pero aparte de su singularidad como púgil no era menor su papel como figura relevante de una sociedad donde la población negra iba alcanzando logros significativos y consolidando los Derechos Civiles que le habían negado aún cuando la esclavitud estaba abolida. Se convierte en modelo social, su proyección como boxeador único, su amistad con Malcom X y también por otras circunstancias como negarse a tomar parte en la guerra del Vietnam, 1967. Digamos que ayudó a modelar una forma de pensar, sin grandes matices pero efectiva. Su rechazo a acudir a Vietnam lo resumió en una entrevista con la siguiente respuesta: “A mí, esos del vietcong no me han hecho nada”. Simple, pero mensaje claro. Su negativa a vestir el uniforme fue un hito en aquel momento, donde la escalada de la guerra en el sudeste asiático ya tenía cierta contestación interior, sobre todo por parte de grupos pacifistas y la población negra y latina que era mayoritaria dentro de la tropa destinada a Vietnam.

Su oposición a la guerra se castigó con la cárcel, su licencia federativa y también se le desposeyó del título mundial de los grandes pesos. La Administración americana no podía permitir este pulso. Tenía que doblegar su resistencia, así que cuando quedó apartado del boxeo, perdió su eco en la sociedad porque cada pelea comenzaba en el momento en que se concertaba y ahí empezaba a minar la seguridad de su contrincante. Sus bravuconadas eran como dardos en la confianza de sus rivales. Después de casi cuatro años de inactividad volvería al boxeo, 1971, para enfrentarse a Joe Frazier en el llamado “combate del siglo”.

El texto de Mailer es una buena reflexión, más allá de la crónica de un combate o de la simple biografía de este personaje. Es la síntesis de su vida en cuanto que tuvo una trascendencia que fue más allá del deporte y marcó una época de contestación entre la población negra. Les dejo con algunos párrafos del texto.

El boxeo es un diálogo entre cuerpos. Hombres ignorantes, a menudo negros, a menudo casi analfabetos, se comunican entre sí en un juego de intercambios conversacionales que se adentran en el corazón mismo de la materia del otro. La única diferencia es que conversan con su físico. Y a menos que no estemos dispuestos a creer que un comentario incisivo puede provocar una herida mortal, necesariamente habrá que aceptar la novedosa idea de que dos hombres que boxean amistosamente mantienen una conversación. Una conversación que a menudo resulta fructífera para ambos contendientes…. Pág. 57

Norman Mailer, En la cima del mundo; 451.http.doc [2009]

sábado, 30 de mayo de 2009

A PROPÓSITO DEL 30 DE MAYO

Esta mañana, sábado, treinta de mayo, día de Canarias, alguien muy cercano me leía unos párrafos de la novela de Héctor Aguilar Camín, Las mujeres de Adriano. (Alfaguara, 2002). Recomendable su lectura como todas sus novelas, aunque la verdad no ha tenido mucho éxito aquí en España. Sus obras son un cuadro de personajes reales llenos de vida en el sentido más amplio del término, y como trasfondo ese México especial que Ibargüengoita cita muchas veces como “México Lindo” en tono sarcástico. Pues el texto viene como anillo al dedo para este día de Canarias, que lo disfruten, el texto, por supuesto y el día de Canarias si no trabajan.

“Un momento culminante de aquella reposición del triángulo en que habíamos vivido María Angélica, Ana y yo fue la salida de mi libro sobre los jesuitas de América, su siempre indeleble patriotismo criollo. Desde aquel patriotismo, hijo del resentimiento más que del orgullo, habrían de rebrotar todas las grandezas y todas las miserias de nuestro sentimiento nacionalista. Entre las grandezas, el amor por la tierra natal. Entre las miserias, la envidia y la xenofobia de los que quieren para sí, por su pertenencia geográfica, lo que no obtienen por mérito humano”. [pág. 177]

Aguilar Camín Héctor, Las Mujeres de Adriano; Alfaguara, 2002

martes, 26 de mayo de 2009

MANÍAS PARA LEER

Cuando el domingo pasado leía el artículo de Héctor Abad en El Espectador, titulado: “Los libros y la vida”, me volvieron a surgir las preguntas de siempre, aquellas que uno plantea sobre lo que hace y por qué lo hace. En este caso la lectura, que es más que una afición para convertirse casi en una adicción, buena, pero adicción. Me crea la lectura una serie de manías que voy a confesar públicamente, son confesables, de todas maneras, creo. La primera de esas manías es que cuando estoy limpiando el polvo en la habitación donde tengo parte de mis libros y en la que trabajo habitualmente, me detengo en libros que ya he leído, de forma aleatoria y sin ninguna predisposición previa, simplemente me paro lo saco de la estantería, lo hojeo, miro las notas que he escrito. Esto me sirve de recordatorio, a lo mejor me sugiere algo en ese momento o simplemente releo alguna página y luego lo vuelvo a colocar en su sitio. Esto quita tiempo, sí quita tiempo porque tienes que estar a lo que toca en ese momento y es la limpieza no la lectura, pero bueno, ya irás más rápido en otras tareas.

Otra de mis debilidades son las librerías, no me resisto entro a mirar tocar, oler, porque me gusta el olor al papel impreso, incluso el periódico cuando lo recojo en casa de Luis, es el estanquero, lo huelo y luego no lo presto hasta que lo haya visto yo, porque me gusta leer el periódico sin arrugar. Lo de entrar en las librerías y mirar y remirar, no se queda ahí, va más allá porque compro, no compulsivamente, pero compro, unos porque me interesan en ese momento otros porque me pueden interesar, pero siempre tengo una coartada para quemar parte de la nómina en libros. Tengo que reconocer que también soy afortunado porque me regalan libros, me los regalan las personas que saben que me gustan mucho y ese es el mejor obsequio.

Para no cansar también reconozco que leo acostado, es la mejor manera, es la postura en la que me encuentro más cómodo, aunque como soy “feisbucero” que soy una persona que conocí ahí me regaña, un poco, porque esa posición no es buena, sobre todo para mi cuello que lleva tiempo en rebeldía. Ah, se me olvidaba tengo que tener un lápiz cerca porque me gusta marcar frases, párrafos… cosas de las que leo. No doblo las puntas para marcar, sino que uso un marcador.

Bueno, pues esa son mis manías, que llevo cultivando desde hace bastante tiempo porque aunque no lo crean ahora no es una manía sino una debilidad lo que les voy a contar: no puedo pasar el día sin leer, eso es una debilidad y no poder hacerlo para mí sería casi, casi una tortura.

Les dejo con el artículo de Héctor Abad.

Los libros y la vida

Por: Elespectador.com

ALGUIEN DIJO ALGUNA VEZ QUE HAY tres tipos de personas: las que viven la vida, las que la escriben y las que la leen.

Si pienso en el primer tipo, recuerdo a un amigo mío, vividor, que —como me lo explicó una vez Santiago Gamboa— “se pasó la vida tratando de empezar una nueva vida”. Nada, ni lo más desaforado, le parecía nunca suficientemente vital. Empezó tantas vidas que no terminó ninguna y al final vivió con tanta intensidad cada una de ellas que resolvió que nadie le iba a quitar el último pedazo de vida que le quedaba y terminó quitándosela él mismo.

Del segundo tipo de persona, los que escriben la vida, o mejor, los que dedican la vida a escribir, no se me ocurre mejor ejemplo que el de Gustave Flaubert. Se impuso a sí mismo la rutina más sosa y carente de interés que pudo —repetitiva, sobria, retirada— con el único fin de vivirlo todo en su obra. Esto le dijo en una carta a Louise Colet: “Llevo una vida áspera, carente de toda alegría exterior y lo único que me sostiene es una especie de rabia permanente. Amo mi trabajo con un amor frenético y pervertido, como un asceta el cilicio que le araña el vientre. Escribo con regularidad unas diez horas diarias, y si me molestan, me pongo frenético. Ya no espero nada de la vida excepto unas cuantas hojas de papel que emborronar de negro”. Y este era su dogma práctico: “Hay que vivir como un burgués y hay que pensar como un semidiós”. [Leer más]