martes, 30 de marzo de 2010

ENVIDIA SANA

Seguro que en más de una ocasión hemos usado esta expresión para denominar el estado en el que estamos por no poder poseer o tener acceso a algo, generalmente intangible. Si en hemos usado esa expresión, o no, seguro que alrededor de ella hemos oído: “no hay envida sana”, sólo hay envidia.

Leyendo el prólogo de los cuentos de Rodolfo Enrique Fogwill (1941), editados por Alfagura, Octubre de 2009. Elvio E. Gandolfo, creo que explica muy bien eso que consideramos envidia sana. Gandolfo dice: “ Casi todo escritor, o más bien narrador, vive en la nostalgia de la música, de la pintura, del cine, del mundo creativo que uno no domina, y que se le parece aparece como más brillante, logrado, seguro y espectacular que el lápiz y el papel o la computadora. Fogwill vive su nostalgia de la música (alta, culta) y de la pintura…” [ob. cit. pág. 10]

Pues esa pena de verse ausente, más que la tristeza de una dicha perdida es lo que siento cuando leo cosas que me emocionan, cuando escucho música, algo que me parece algo superior su creación y casi tanto su interpretación. Igual sensación que cuando contemplo una pintura, una fotografía, una película, o cualquier obra que sea la expresión de los sentimientos, pasiones, deseos de su autor y siento esa nostalgia o envidia sana, no sé cómo llamarla, pero que me hace mirar a sus creadores desde cierta pequeñez. No es complejo, es realidad.

lunes, 29 de marzo de 2010

CINE: GREEN ZONE. PAUL GREENGRASS

Este director nos tiene acostumbrados a una acción trepidante en sus películas. No hay tregua y las secuencias se reiteran en esa acción que no da respiro. El mito de Bourne, 2004; El ultimátum de Bourne, 2007, son ejemplos de ese estilo frenético. Queda un poco más ajena a esta línea de acción su película Bloody Sunday, 2002 en la que el tema de Irlanda del Norte se describe con la crudeza del momento y de la realidad que se vivía.

En Green zone, que llega un poco tarde por el tema que aborda. El protagonista Matt Damon, un sargento con la misión de buscar las armas de destrucción masiva que fueron el origen del conflicto en Irak. La realidad le deja una duda que tiene que resolver. ¿Fue un engaño la existencia de armas de destrucción masiva? Poco a poco irá descubriendo que todo lo que le decían, todo lo que montó el conflicto se va cayendo como un castillo de naipes y que en la construcción de ese castillo había muchas manos, muchos intereses, entre ellos los de la prensa, que interesada en sus cuentas de negocios no dudó en venderse a esta campaña.

Si tienen interés en ver una película de acción, creíble, con cierto mensaje, aunque ya un poco manoseado no se pierdan Green Zone. Recomendable.

IR AL GIMNASIO

Durante años, muchos he mantenido varias razones para no pisar un gimnasio. Básicamente he mantenido que estos recintos cansan, de eso no hay duda, se suda mucho; también huelen, creo que tampoco hay duda de eso, aunque ahora ya no se usan aquellos ungüentos para los masajes, hoy son aceites orientales y esas cosas; por último no iba al gimnasio para no dar envidia, si envía porque ya medirán ustedes, los kilos de más o la falta de flexibilidad son el producto de años de vida sedentaria, siendo constante en esa actitud, algún exceso en la comida y alguna cerveza de más.

Con ese argumentario, más o menos en broma me he mantenido lejos de estos templos del esfuerzo, sin embargo las necesidades obligan y ahora después de estar liberado del corsé, tres largos meses, ya voy a quemar calorías, caminar a ninguna parte y usar máquinas que ejercitan músculos que pensaba que yo no tenía y que sólo aparecían en los libros de anatomía. He comprobado que tengo esos músculos y con máquinas infernales los ponen a trabajar, aunque al finalizar la sesión se rebelan, así que tengo agujetas hasta en la raíz del pelo.

No importa, no voy a claudicar, todavía porque estoy viendo que necesito esos ejercicios y mi espalda se queja, pero recibe con ánimo el esfuerzo.

Ah, se me olvidaba es gimnasio tiene piscina y ahí después de unos largos estilo propio, como no podía ser de otra manera sale uno más fortalecido, aunque pasado un rato las agujetas te martirizan.

Bueno, ya voy al gimnasio seguro que es bueno para todos, así que permítanme que se los sugiera.

sábado, 27 de marzo de 2010

POLÍTICA DE HITOS: APAGAR LA LUZ

No me convencen mucho las iniciativas que buscan unir a la ciudadanía con actos convocados, cada vez más, de forma global. En esta ocasión toca apagar la luz durante una hora y así cumplir con esta iniciativa que nació, no sé donde, tampoco importa, pero tiene mucho eco. Pasada esa hora se volverá a lo mismo, al mismo derroche y a esperar la nueva campaña, y en cada de estos actos se salvará la “conciencia verde” de los que yo denomino “ecologistas de chapa”, de pin en la solapa y poco más, bueno ahora las campañas convocadas por las redes sociales.

Yo haré lo mismo de siempre y a esa hora tendré apagadas todas las luces que no necesite, bombillas de bajo consumo, como todos los días y seguramente sólo estará encendida la lámpara de lectura, por cierto, estoy leyendo: La mujer del mediodía de Julia Franck, novela de la que esperaba más, un mejor retrato de la Alemania previa a la segunda guerra mundial, no está siendo así, pero bueno cuando termine con Historia de un alemán, memorias 1914-1993, de Sebastian Haffner, podré analizar mejor la película de Michael Haneke, “La cinta blanca”.

viernes, 26 de marzo de 2010

OTRAS LECTURAS: LOS PICHICIEGOS. RODOLFO E. FOGWILL

El próximo día 2 de abril se cumplen 28 años del comienzo de los que se llamó. “La Guerra de Las Malvinas”, que enfrentó a Argentina y al Reino Unido. La fecha marca el desembarco de tropas argentinas en las islas y así se inicia un conflicto que una de las dictaduras más crueles de América del Sur se “inventó” para tapar los crímenes y la contestación social que en aquellos momentos se disparaba, no sólo por la falta de libertades, la represión y el progresivo empobrecimiento. El general Leopoldo Galtieri, jefe de gobierno piensa que la presión sobre la Junta Militar puede aminorarse con un problema externo y la exaltación del patriotismo más simple. No cabía otro mundial de fútbol.

Es posible que la Junta Militar no contara con la reacción de Margaret Thatcher, primera ministra inglesa y de sus vecinos americanos que miraron hacia otro lado. El resulta fue un conflicto relativamente breve en el tiempo, finalizaría en junio de 1982, poco más de dos meses, pero que dejaron no sólo pérdidas humanas, sino la triste y penosa imagen de un ejército donde sus jefes dedicados a la represión, al enriquecimiento personal y todo tipo de desmanes por la impunidad con la que contaban, enrolan a jóvenes de reemplazo que viven la guerra casi, creo que sin casi, como carne de cañón. Las condiciones y lo mal preparados que estaban se perfila perfectamente en “Iluminados por el fuego”, 2005 del director Tristán Bauer.

En 1983 publica Rodolfo Enrique Fogwill, “Los Pichiciegos”, que Periférica ha editado en España en febrero de 2010. Si la vida de los soldados argentinos retratados en la película tienen unas condiciones límites, en la novela de Fogwill se desciende aún más es esa escalera que lleva hasta lo que la mente humana es incapaz de imaginar. Los pichiciegos, soldados desertores que viven en medio del campo enterrados para subsistir son el retrato vivo de quienes hicieron la guerra, no los Galtieri y compañía, sino la tropa que fue allí, no sabía a qué, salvo a pasar frío, hambre y reunir casi todas las papeletas para morir, morir por una patria que se había llevado a muchos de sus familiares y amigos y que le negaba lo esencial, la libertad.

Lo del nombre lo dejo para que lo descubran si consideran interesante la lectura de esta novela. Les dejo con algunos párrafos. Espero que les resulten interesantes.

“Comieron aquella tarde noche. Eran las once pasadas cuando se repartieron las raciones y los jarros con guiso de cordero caliente. Entre todos tomaron cuatro botellas de Tres Plumas comentando el espectáculo del polvorín de los marinos y cada tanto una vibración suave del suelo daba idea de que en algún lugar muy lejos algunos estarían bombardeando mucho a otros.

-¡Los muertos que han de haber hecho…! –dijo Manzi, un callado.

-No tanto… A esa hora todos andarán en refugios… -se pensó.

-¿Y alcanzan los refugios?

-Si, han de alcanzar –el que decía esto era el Ingeniero.

-¿Cuántos muertos? –preguntó alguien desde lo oscuro.

-Cien –apostó uno.

-Mil –exageró otro.

-Dos mil –duplicó el primero.

-Trescientos –corrigieron.

-Trescientos cincuenta y seos –cantó una voz en cordobés.

-¡Buen número! –la voz del Turco había opinado.

-¿Cuántos somos aquí? –quería calcular Pipo.

-Dicen que diez mil.

-Diez mil… ¡No pueden matarnos a todos!

-No, a todos no, ¡a la mayoría! –dijo Rubione.

-Vilela, dicen que mató a quince mil –dijo uno, el puntano. [ob.cit. págs. 65-66]

ILUMINADOS POR EL FUEGO