Lo habitual en tiempos de crisis, ahora es oír cosas como:
“No hay cultura del ahorro”.
“Son proclives al absentismo”
“La productividad es muy baja”
“No somos competitivos”
“No hay interés en defender la empresa en la que trabajan. No hay espíritu de empresa”
“Quieren vivir por encima de las posibilidades de su salario”
Seguro que cada uno de ustedes tendrá alguna sugerencia para incluir en esta lista y les animo a que lo hagan, por lo menos como ejercicio mental después de leer periódicos y ver informativos.
Dino Buzzati en Las noches difíciles, Acantilado, 2010 explica así lo que seremos los trabajadores.
EL BATACAZO
Cuando en el corazón de la desmesurada metrópoli se entra en la ciclópea sede de la gran compañía, del poderoso banco, del mastodóntico periódico, y se llega, a través de un ir y venir frenético, al gran vestíbulo de los ascensores, desfile de puertas metálicas doradas que se pierden en el horizonte, coronadas por paneles luminosos por los que discurren los números a medida que el ascensor se desliza, cuadragésimo, cuadragésimo primero, cuadragésimo segundo… ¿Cuántas serán las cabinas del lift en el inmueble babélico? La puerta frente a la que yo espero se abre con un suave suspiro. Entro con otros veinte más. La puerta se cierra. Salida como el rayo porque este ascensor sólo funciona desde el trigésimo primero en adelante. En ese momento se oye un batacazo terrible que retumba en las tripas del rascacielos. Alrededor, nadie dice una palabra, pero los rostros han palidecido, parecen unos muertos. Sabemos perfectamente lo que ha sido ese batacazo. Se ha caído un ascensor. Sucede. Para ganar tiempo, acelerar el ritmo de productivo, hacer frente a la competencia feroz, los jefes aceleran los ascensores, veloces, rápidos, más rápidos, cada vez más rápidos. Y obviamente: alguno puede caerse; con carga humana, se entiende. Pero los bancos, las compañías, los periódicos son muy poderosos. Nadie violará el secreto. Nadie sabrá nada. No se publicará ninguna noticia. El desalojo de los despojos y la chatarra tendrá lugar a altas horas de la noche a puerta cerrada. Los familiares serán suntuosamente acallados. Tampoco se harán funerales. Un ascensor más o menos… [ob. cit. págs. 197-198]
Bueno, volvamos al trabajo, aunque ¿será mejor ir por la escalera, o da igual?
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