Cuando oyes las palabras que Jaime Mayor Oreja, destacado miembro del Partido Popular [PP], sobre el Gobierno de la Nación y los asesinos de ETA, piensas, no, no es verdad lo que estoy oyendo, seguro que entendí mal. La realidad es que dijo lo que dijo y ahora no sabes por qué, Si nos ponemos en el mejor de los casos puedes pensar: seguro que tuvo un mal día, la úlcera se le desató, la Agencia Tributaria le ha pedido algunos justificantes o tuvo un mal dormir, aún así te cuesta creerlo, pero bueno admitamos el patinazo y espera a ver si se retracta.
La otra opción, en el peor de los casos, tengo que pensar que era consciente, plenamente consciente de lo que quería decir y buscaba hacer daño cometiendo una vileza. Esta forma de proceder sólo se puede explicar admitiendo que Jaime Mayor Oreja es un depósito de odio y de visceralidad que no tiene igual. Sólo una persona que se mueve por el odio, que pierde cualquier atisbo de racionalidad es capaz de decir lo que ha dicho. Nadie en su recto proceder es capaz de mantener que los intereses del Presidente del Gobierno tienen algún punto en común con los asesinos de ETA, y si Mayor Oreja hace esa afirmación, sólo es posible en alguien que en lugar de leche mamó lejía y la maldad, la inquina es lo que lo mueve.
Si el discurso de Mayor Oreja tiene la gravedad que tiene, no es menos cuestionable la actuación de los defensores que le han salido en las últimas horas. El trío Cospedal, Aznar y Esperanza Aguirre, deberían morderse un poco la lengua, cuando menos eso es lo exigible, claro que si se la muerden se pueden envenenar.
En fin con estos bueyes se ha arado, pero lo peor es que a lo mejor se tiene que volver a arar.
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