El pasado domingo 14 de marzo se estrenó en el canal TNT, dial 24 de Digital+ la serie Wallander de la BBC. El personaje central de muchas novelas del escritor sueco Henning Mankell, un inspector un tanto peculiar que nos acerca las singularidades de una ciudad sueca Ystad y los métodos que utiliza parea desentrañar los casos más enrevesados que se puedan imaginar.
Mankell ha conseguido con su inspector crear alrededor de él una aureola de personaje muy cercano al lector, pues se aleja del estereotipo de policía joven, héroe que ni se despeina lo más mínimo en sus investigaciones. Wallander rompe los esquemas y para los lectores habituales de sus investigaciones, los problemas con su padre, la relación con su hija o sus complicaciones sentimentales nos son muy cercanos, no digamos ya de su adicción al tabaco o sus complicaciones con la diabetes, y ya por último con la pérdida de memoria.
El primer capítulo: “La falsa pista” nos lleva a lo que es la forma de actuar de Wallander donde la intuición y ver lo que los demás no ven nos lleva durante más de una hora por toda una historia, claro que si eres lector habitual pierdes parte del interés porque conoces el final, sin embargo apetece verla.
Kenneth Branagh da vida al personaje de Wallander y claro que lo hace muy bien, pues es muy buen actor, pero siempre te queda aquella cosa de decir, “pues yo lo había imaginado”…, añadan los lectores de Mankell lo que les apetezca, aunque Wallander imaginario era más real y menos actos, sin que esto signifique anda especial, sólo que cada uno se prefigura los personajes de sus lecturas y cuando se vuelven realidad en la pantalla puede que cuadren o no con lo imaginado, aún así, repito, lo hace muy bien.
Por si tiene interés les dejo con el inicio de la serie en lo que corresponde a la novela. Que lo disfruten.
La finca de Salomonsson era una casa alargada, típica de Escania y muy bien cuidada. Wallander salió del coche mirando a su alrededor. Por todas partes se extendían los amarillos campos de colza. En ese momento se abrió la puerta de la casa. El hombre que salió a la escalera era muy mayor. Llevaba unos prismáticos en la mano. Wallander pensó que seguramente se lo había imaginado todo. Ocurría muchas veces que a los ancianos solitarios que vivían en el campo les engañaban sus propias fantasías y llamaban a la policía. Se acercó a la escalera y saludó.
-Kurt Wallander, de la policía de Ystad –se presentó.
El hombre de la escalera estaba sin afeitar y calzaba unos zuecos rotos.
-Soy Edvin Salomonsson –afirmó tendiéndole una mano delgada.
-Explícame lo que ha pasado –dijo Wallander.
El hombre señaló hacia el campo de colza cercano a la casa.
-La descubrí esta mañana –empezó-. Me despierto temprano. A las cinco ya estaba allí. Primero pensé que sería un ciervo. Luego vi con los prismáticos que era una mujer.
-¿Qué hacía? –Preguntó Wallander.
-Estaba allí.
-¿Nada más?
-Estaba mirando fijamente.
-Morando fijamente ¿qué?
-¿Cómo lo voy a saber?
Wallander suspiró en su fuero interno. Con toda probabilidad el hombre había visto un ciervo. Luego la fantasía había hecho el resto [ob. cit. págs. 43-44]
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