Cuando el conflicto palestino-israelí ha desaparecido de la primeras páginas de los periódicos, cuando en
las redes sociales la mira está puesta en otros temas, tengo la oportunidad de
ver Omar, del director Hany Abu-Assad, que en 2013 tuvo una amplia repercusión
en festivales en los que fue reconocida con varios premios.
Del trabajo de este director ya
tenía referencia por su trabajo Paradise Now, 2006 que también fue muy bien
acogida por festivales y por el público. Ambas, aquí, en el ámbito de esta isla
(de la que dicen aquello de “¡Qué bueno vivir aquí!”) prácticamente pasan
desapercibidas y se pueden ver solo en circuitos alternativos. De Omar se han
hecho únicamente seis pases en el TEA, espacio de las Artes, así que su penetración
en el público es aquí muy baja.
Hany Abu-Assad vuelve a su lugar de
origen: Palestina y nos cuenta la historia de unos jóvenes que podrían ser como
los de cualquier parte y con los que tienen en común sus inquietudes, los
amigos, trabajo, amor, en fin nada fuera de habitual, salvo que estas
relaciones están inmersas en el odio al ocupante, así que lo cotidiano se
envuelve en el deseo de eliminarlo, con lo que lo que cada día hemos tenido
oportunidad de leer y ver en los medios de comunicación. Hany Abu-Assad nos lo
muestra de una forma más cercana
En definitiva esta película es una
aportación más, otra “visualización” a este viejo y enquistado conflicto del
que no se atisba solución posible y desde la lejanía cualquier aportación nos
ayuda a ver la dimensión humana del conflicto y al mismo tiempo huimos del
maniqueísmo que coloca a dos bandos enfrentados con una simpleza total
dividiendo a los contendientes en buenos y malos. Recomendable verla desde el
desapasionamiento y con dosis de racionalidad.
Omar
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