No sé si les ha pasado a ustedes también, pero yo en más de una ocasión me he planteado una cuestión que creo que es importante, y que puede que no tenga una respuesta única. Me refiero a lo que cuesta construir una reputación. No tengo respuesta, aunque si sé que es mucho y se requiere tiempo, mucho tiempo. Todo el entramado se va armando con paciencia, con hechos, con actos, con palabras, en fin con el devenir de cada día y ello une reputación y reconocimiento como un binomio indisoluble. Es evidente que si nos pusiéramos a valorar los aspectos que conforman la reputación de una persona podríamos diferir en los componentes, la importancia que le damos a los distintos elementos que la conforman, sin embargo, creo que no tendríamos muchas dudas y menos diferencias para convenir que acabar con una reputación es extremadamente sencillo, basta un rumor, por ejemplo y ya está, la mecha de la incertidumbre y la duda quedan prendidas.
Juan Gabriel Vásquez logra en Las Reputaciones,
Círculo
de Lectores, 2014 colocar a Mallarino, caricaturista y persona
influyente en la sociedad junto a un personaje de la política de forma
circunstancial y no directamente para que recuerdos y reputación naveguen en la
misma nave. Recomendable su lectura.
Juan Gabriel Vásquez |
“Hay mujeres que no conservan, en el mapa de su cara, ningún rastro de
la niña que fueron, quizás porque se han esforzado mucho en dejar su niñez
atrás –sus humillaciones, sus sutiles persecuciones, la experiencia de la
desilusión constante-, quizás porque entretanto ha sucedido algo, uno de esos
cataclismos íntimos que no moldean a la persona sino que la arrasan, como a un
edificio, y la obligan a construirse de nuevo desde los cimientos. Mallarino
miraba a Samanta Leal y trataba de cazar en sus facciones alguna forma (la
curva del hueso frontal al llegar al entrecejo, la manera en que el lóbulo de
la oreja se une a la cabeza) o acaso una expresión de la niña que había visto
veintiocho años atrás. Y no lo lograba: esa niña se había ausentado, como si
hubiera renunciado a seguir viviendo en ese rostro [ob. cit. pág. 61]
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