miércoles, 10 de septiembre de 2014

LECTURAS: EL ESTANDARTE. ALEXANDER LERNET-HOLENIA


        El estandarte de Alexander Lernet-Holenia (1897-1976) rescatada por Libros del Asteroide en 2013 (Vidal Folch en el prólogo habla de su ejemplar publicado en 1968 por Plaza&Janés en la colección Reno). Lernet-Holenia coloca al protagonista, un joven oficial del ejército imperial austriaco en la corte (aquí se enamora perdidamente de una dama) y en el frente formando parte de un regimiento de caballería. El contraste de ambos escenarios es al mismo tiempo la tesitura de su vida y también, algo, la de Europa, que en algún momento se equivocó y lo que parecía como algo inmutable comenzó a sufrir cambios que ni se imaginaban (el siglo XX comienza con la Gran Guerra).
 La conmemoración del centenario de la Gran Guerra ha servido para poner en circulación obras que nacieron al socaire de la misma.


            No tiene el autor un lugar en la literatura de su país excesivamente destacado, algunos críticos lo consideran un autor secundario, sin embargo creo que en esta obra es capaz de describir esos mundos, que no paralelos donde lo inmutable deja de serlo de una forma no solo amena, sino interesante y con elementos para la reflexión. Recomendable su lectura, así que les dejo con este pequeño texto.

A. Lernet-Holenia
           “Los austriacos no lo somos –dijo Anschütz-. Hemos acumulado una larga experiencia, y lo que vaya a ocurrir no nos encontrará desprevenidos. Es cierto sentido somos un imperio colonial europeo, y hace un siglo que no nos engañamos respecto a lo que podemos esperar de nuestras así llamadas colonias. Seguro que no estoy equivocado en mi apreciación de la atmósfera reinante en nuestras tropas. El arco está más que tenso. La guerra es demasiado larga ya para nuestros campesinos polacos y ucranianos. No tienen interés en conquista Serbia otra vez. Ya es asombroso que hayan defendido de corazón nuestra causa durante tanto tiempo. No son alemanes convencidos de que con nuestro destino y el de Alemania está en juego el destino del mundo. No tienen otra cosa en la cabeza que sus campos de labranza, Galitzia y sus casitas. El imperio no significa nada para ellos. Ningún ideal los ata ya a nosotros, sino únicamente el juramento prestado.” (ob. cit. pág. 97)





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