El estandarte de Alexander Lernet-Holenia (1897-1976) rescatada por Libros del Asteroide en
2013 (Vidal Folch en el prólogo habla de su ejemplar publicado en 1968 por
Plaza&Janés en la colección Reno). Lernet-Holenia coloca al protagonista,
un joven oficial del ejército imperial austriaco en la corte (aquí se enamora
perdidamente de una dama) y en el frente formando parte de un regimiento de
caballería. El contraste de ambos escenarios es al mismo tiempo la tesitura de
su vida y también, algo, la de Europa, que en algún momento se equivocó y lo
que parecía como algo inmutable comenzó a sufrir cambios que ni se imaginaban
(el siglo XX comienza con la Gran Guerra).
La
conmemoración del centenario de la Gran Guerra ha servido para poner en
circulación obras que nacieron al socaire de la misma.
No tiene el autor un lugar en la
literatura de su país excesivamente destacado, algunos críticos lo consideran
un autor secundario, sin embargo creo que en esta obra es capaz de describir
esos mundos, que no paralelos donde lo inmutable deja de serlo de una forma no
solo amena, sino interesante y con elementos para la reflexión. Recomendable su
lectura, así que les dejo con este pequeño texto.
A. Lernet-Holenia |
“Los austriacos no lo somos –dijo Anschütz-.
Hemos acumulado una larga experiencia, y lo que vaya a ocurrir no nos
encontrará desprevenidos. Es cierto sentido somos un imperio colonial europeo,
y hace un siglo que no nos engañamos respecto a lo que podemos esperar de
nuestras así llamadas colonias. Seguro que no estoy equivocado en mi
apreciación de la atmósfera reinante en nuestras tropas. El arco está más que
tenso. La guerra es demasiado larga ya para nuestros campesinos polacos y
ucranianos. No tienen interés en conquista Serbia otra vez. Ya es asombroso que
hayan defendido de corazón nuestra causa durante tanto tiempo. No son alemanes
convencidos de que con nuestro destino y el de Alemania está en juego el
destino del mundo. No tienen otra cosa en la cabeza que sus campos de labranza,
Galitzia y sus casitas. El imperio no significa nada para ellos. Ningún ideal
los ata ya a nosotros, sino únicamente el juramento prestado.” (ob.
cit. pág. 97)
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