La fuente y el alba
Por Osvaldo Bayer
Desde Río Gallegos
Aquí estoy, con los docentes patagónicos. Hemos celebrado el Día del Maestro. Una reunión con música y más de ochocientos docentes. De pronto, alguien brindó por ellos y dijo: “Sois la fuente del saber, sois el alba de una sociedad más digna. Fuentealba, salud”.
Fuentealba, el maestro asesinado por la policía de Neuquén. Hubo un momento de silencio. La emoción cubrió los rostros y paralizó los cuerpos. El héroe de la docencia. El héroe de dar la mano a los niños y guiarlos en el camino de la solidaridad y de la vida sin violencias.
En esta semana que termina me ocurrió algo que nunca me había sucedido. Me recibió por primera vez en mi vida un presidente de la Nación, en este caso la presidenta Cristina. Es decir, que en ese sentido perdí mi virginidad política –en términos anarquistas– para expresarme en conceptos recientes expresados por el “padre” Grassi, quien sostuvo recientemente que es virgen desde los 19 años, claro, en otra cosa.
Fue el martes pasado. Entré en la Rosada, pero de acuerdo con el principio de pedir sólo cuando se trate de defender a los comedores infantiles, siempre sólo cuando se trate de defender a las bibliotecas populares, siempre sólo cuando se trate de defender los derechos de los pueblos originarios y de los presos políticos. Sí, entonces sí hay que aguardar en la sala de espera de quienes representan al poder.
Es otro ejemplo de lo que tenemos que hacer con aquellos que han dado su vida, o se la han quitado, por defender unos ideales, a veces ni eso, sólo el comer.
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