Ella, a la que llamaremos Yuleisy, no tendrá más de veinte años, piel tostada y cabello abundante, ensortijado y cobrizo. Del rostro sobresalen sus labios gruesos pintados de rojo muy llamativo y su nariz aplastada. Unas gafas negras ocultan sus ojos.
Viste una camiseta de tirantes amarilla -muy chillón- ceñida, un par de tallas menos, que difícilmente contiene su abundancia; el pantalón negro, tan ceñido como su camiseta pone a prueba el hilo de sus costuras, que soporta una tensión extrema. Su calzado, abierto, deja ver unos dedos con esmalte en las uñas que quizás hace mucho tiempo estuvo completo.
Pues Yuleisy, que no sale en la foto porque no procedía ,tiene esta mesa de trabajo, que instalada en una esquina de una plaza céntrica de una gran ciudad donde hay un trasiego constante de personas, y ofrece su mercancía pacientemente y con una sonrisa explica lo que cuesta el minuto de conversación. Es una muestra de un principio, no sé si de teoría económica, pero que se cumple: todo lo que se quiera vender siempre tendrá un comprador, y en este puesto, Yuleisy lo que vende son “minutos de celular”, el mundo de las comunicaciones se impone, y no es la única pues es una imagen que se repite mucho en grandes ciudades como Caracas o Bogotá, por ejemplo.
En fin esto es una muestra de los márgenes del capitalismo y donde la necesidad agudiza el ingenio. Por cierto no sé si es muy rentable o no, pero lo usan personas de todas las edades.
PD.- También ofrece cigarrillos
Viste una camiseta de tirantes amarilla -muy chillón- ceñida, un par de tallas menos, que difícilmente contiene su abundancia; el pantalón negro, tan ceñido como su camiseta pone a prueba el hilo de sus costuras, que soporta una tensión extrema. Su calzado, abierto, deja ver unos dedos con esmalte en las uñas que quizás hace mucho tiempo estuvo completo.
Pues Yuleisy, que no sale en la foto porque no procedía ,tiene esta mesa de trabajo, que instalada en una esquina de una plaza céntrica de una gran ciudad donde hay un trasiego constante de personas, y ofrece su mercancía pacientemente y con una sonrisa explica lo que cuesta el minuto de conversación. Es una muestra de un principio, no sé si de teoría económica, pero que se cumple: todo lo que se quiera vender siempre tendrá un comprador, y en este puesto, Yuleisy lo que vende son “minutos de celular”, el mundo de las comunicaciones se impone, y no es la única pues es una imagen que se repite mucho en grandes ciudades como Caracas o Bogotá, por ejemplo.
En fin esto es una muestra de los márgenes del capitalismo y donde la necesidad agudiza el ingenio. Por cierto no sé si es muy rentable o no, pero lo usan personas de todas las edades.
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