La nueva zona cero del capitalismo financiero
La crisis de Wall Street cambia el orden de las finanzas mundiales y provoca la mayor intervención estatal desde la Gran Depresión
CLAUDI PÉREZ 21/09/2008
El lugar que ocupaban las Torres Gemelas sigue teniendo un extraño aire fantasmagórico, sobrecogedor. Pero la zona cero de Nueva York se ha desplazado ahora 50 calles más arriba, a un par de manzanas de imponentes rascacielos que albergan las sedes de los grandes bancos de inversión, los reyezuelos de los últimos tiempos de dinero fácil, sueldos millonarios y excesos de todo tipo, y los villanos -y chocantes víctimas- del último capítulo del interminable thriller financiero que ha azotado los mercados con la fuerza devastadora de un huracán.
La crisis que empezó comparándose con la de 2001 ha acabado trazando claros paralelismos con la Gran Depresión y sus uvas de la ira. El drama aún no ha terminado, pero tras una última semana vertiginosa empieza a enfilar hacia un camino más amable, menos doloroso, y el paisaje después de la batalla deja ese mismo aire fantasmagórico al pie del edificio de los otrora arrogantes y despiadados banqueros de Lehman Brothers, al cabo el gran cadáver de esta crisis. Y un par de lecciones importantes.
Uno: el sistema financiero no volverá a ser el mismo. "Se ganará menos dinero y se endurecerá la normativa bancaria... hasta que alguien invente la forma de saltársela", asegura el responsable de un fondo de alto riesgo con sede en Washington. Y dos: tras años de ultraliberalismo fundamentalista, los mercados constatan que el Gobierno -y la regulación- no es el problema, es la solución. La Administración de Bush ha salido al rescate con la mayor intervención pública sobre los mercados que se recuerda. Puede que mayor incluso que la posterior a la crisis de 1929. No es una novedad. Así ha sido siempre, en todas las crisis bancarias. Y esto no es el fin del mundo o el fin del capitalismo. Es una crisis bancaria de libro.
Los mercados no van dando pasos poco a poco hacia una crisis, sino que sencillamente se la encuentran, de sopetón. De repente, en agosto de 2007, el mundo descubre que el sistema financiero estadounidense concede hipotecas a gente que probablemente no puede pagarlas. Y que a través de un sofisticado entramado de ingeniería financiera, esas hipotecas se han extendido por el sistema financiero internacional, ávido de dinero fácil tras unos años de extraordinaria bonanza y tipos de interés por los suelos que han hinchado varias burbujas. Una vez que los precios de la vivienda empiezan a caer, las subprime -sin duda, la palabra financiera del año- empiezan a abrir un agujero en los balances de la banca internacional. [+]
Pues sí, parece que la crisis vuelve a la solución de siempre, a lo que hemos llamado economía de casino. Ahora, otra vez, los estados con dinero público, van sanear el sistema financiero de manera que se pueda seguir manteniendo todo este entramado donde la avaricia, el deseo de ganar más y más dinero “legitima” cualquier estrategia de banqueros, especuladores, rentistas y toda la caterva de depredadores, que han hecho lo que han querido en un ámbito donde parece que no hay normas que regulen el sistema con lo que se descose por todos los lados, y al final a lo que lleva esta situación es a tener que buscar fondos para enjugar las pérdidas con el dinero de todos, que es de donde sale. Papá estado está a la puerta del casino para darle “calderilla” para que sigan jugando al Monopoly
Los suplementos de economía del fin de semana vienen muy densos con estudios, datos y artículos sobre la economía, lo que sucede y lo que puede suceder, aunque, ya se sabe, los economistas aciertan con lo sucedido en el pasado, del futuro, poco o muy poco pueden decir, salvo que hay que aplicar la regla de siempre: “Que pague la alpargata”.
CLAUDI PÉREZ 21/09/2008
El lugar que ocupaban las Torres Gemelas sigue teniendo un extraño aire fantasmagórico, sobrecogedor. Pero la zona cero de Nueva York se ha desplazado ahora 50 calles más arriba, a un par de manzanas de imponentes rascacielos que albergan las sedes de los grandes bancos de inversión, los reyezuelos de los últimos tiempos de dinero fácil, sueldos millonarios y excesos de todo tipo, y los villanos -y chocantes víctimas- del último capítulo del interminable thriller financiero que ha azotado los mercados con la fuerza devastadora de un huracán.
La crisis que empezó comparándose con la de 2001 ha acabado trazando claros paralelismos con la Gran Depresión y sus uvas de la ira. El drama aún no ha terminado, pero tras una última semana vertiginosa empieza a enfilar hacia un camino más amable, menos doloroso, y el paisaje después de la batalla deja ese mismo aire fantasmagórico al pie del edificio de los otrora arrogantes y despiadados banqueros de Lehman Brothers, al cabo el gran cadáver de esta crisis. Y un par de lecciones importantes.
Uno: el sistema financiero no volverá a ser el mismo. "Se ganará menos dinero y se endurecerá la normativa bancaria... hasta que alguien invente la forma de saltársela", asegura el responsable de un fondo de alto riesgo con sede en Washington. Y dos: tras años de ultraliberalismo fundamentalista, los mercados constatan que el Gobierno -y la regulación- no es el problema, es la solución. La Administración de Bush ha salido al rescate con la mayor intervención pública sobre los mercados que se recuerda. Puede que mayor incluso que la posterior a la crisis de 1929. No es una novedad. Así ha sido siempre, en todas las crisis bancarias. Y esto no es el fin del mundo o el fin del capitalismo. Es una crisis bancaria de libro.
Los mercados no van dando pasos poco a poco hacia una crisis, sino que sencillamente se la encuentran, de sopetón. De repente, en agosto de 2007, el mundo descubre que el sistema financiero estadounidense concede hipotecas a gente que probablemente no puede pagarlas. Y que a través de un sofisticado entramado de ingeniería financiera, esas hipotecas se han extendido por el sistema financiero internacional, ávido de dinero fácil tras unos años de extraordinaria bonanza y tipos de interés por los suelos que han hinchado varias burbujas. Una vez que los precios de la vivienda empiezan a caer, las subprime -sin duda, la palabra financiera del año- empiezan a abrir un agujero en los balances de la banca internacional. [+]
Pues sí, parece que la crisis vuelve a la solución de siempre, a lo que hemos llamado economía de casino. Ahora, otra vez, los estados con dinero público, van sanear el sistema financiero de manera que se pueda seguir manteniendo todo este entramado donde la avaricia, el deseo de ganar más y más dinero “legitima” cualquier estrategia de banqueros, especuladores, rentistas y toda la caterva de depredadores, que han hecho lo que han querido en un ámbito donde parece que no hay normas que regulen el sistema con lo que se descose por todos los lados, y al final a lo que lleva esta situación es a tener que buscar fondos para enjugar las pérdidas con el dinero de todos, que es de donde sale. Papá estado está a la puerta del casino para darle “calderilla” para que sigan jugando al Monopoly
Los suplementos de economía del fin de semana vienen muy densos con estudios, datos y artículos sobre la economía, lo que sucede y lo que puede suceder, aunque, ya se sabe, los economistas aciertan con lo sucedido en el pasado, del futuro, poco o muy poco pueden decir, salvo que hay que aplicar la regla de siempre: “Que pague la alpargata”.
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