lunes, 1 de septiembre de 2008

HERRAMIENTAS


Pongamos que se llama Juan, negro, enjuto, piel tersa y bigote fino como un actor de los años cincuenta o cantante de corridos mexicanos; treinta y siete años, siete de ellos en diferentes penales –cuatro- por matar a un hombre: -Lo agarré por el cuello –cuenta Juan- y le di un golpe, él cayó al suelo y yo pensé que se había desmayado, y me fui para mi casa; al día siguiente vino la policía a buscarme. El destino me jugó una mala pasada.

Con lo que vemos en la foto se gana la vida en el aeropuerto de Maiquetía, Venezuela, en la terminal nacional, él no es el único “limpia”, pero es el único autónomo. –Vengo de lunes a sábado y con esto –señala su caja- y ayudar a los pasajeros me gano la vida, gracias a Dios me da para vivir, las autoridades se portan bien conmigo. No les puedo contar más porque esto es dio de sí la conversación mientras tomábamos café a la espera de un vuelo. Repitió más de una vez que el destino le había jugado una mala pasada. Me parece que al que mató más.

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