Se me ocurre una idea, bueno no es una idea que premio Nobel ni nada por el estilo, además tampoco creo que sea original, pero ahí va. Que la crisis planea sobre todos nosotros no es nuevo, ni tampoco es novedad el hecho de que los economistas no se ponen de acuerdo sobre el camino a seguir o los pasos a dar para salir de ella. Unos dicen que es cuestión de confianza, que los bancos no se fían unos de otros, que no se prestan fondos, que los ciudadanos de a pie no piden créditos porque no garantía de empleos. Los gobiernos, mientras inyectan más y más recursos económicos en el sistema financiero, que sigue quejándose, mientras que ya hay colas para pedir –papá Estado tira de la hucha-. Las empresas automovilísticas ya están pidiendo cita y dinero para salvar la situación. Me imagino que si esto sigue así hasta los fabricantes de calcetines de rombos se van a poner en la fila de pedigüeños.
Bueno, pues la idea, después de este inicio es la siguiente: Si tanto dinero hay para repartir y lo que falta es confianza, la propuesta pasa por dar a cada ciudadano un millón de euros, si un millón, y a cambio firmar un documento de gasto, no de ahorro, sino de gasto, es decir dilapidar ese millocenjo en un plazo más o menos prudencial, el plazo será el que dicen que va a durar la crisis. Luego, como el dinero está repartido y se ha usado, es decir se ha generado actividad, pues ya está, trabajamos, pagamos las hipotecas, gastamos, cambiamos de coche, seguimos gastando y así sucesivamente. Sin entrar en detalles esta es la idea para bancos, banqueros, prestamistas, “rascadores de bolsillos” y demás “chupa-euros”. De nada, no hay por qué. Esta es mi modesta aportación a la crisis, bueno a su solución.
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