No soy persona que tenga mucha querencia por la televisión. No soy un espectador seguidor asiduo a ningún programa, salvo a la serie de Los Soprano, serie que puntualmente cada episodio durante las temporadas que la emitieron. No la voy a descubrir la serie, pero quienes no la han visto y son aficionados al cine, creo que algo se han perdido. Además y en un ámbito más privado tengo cerca a dos “sopranólogos”, permítanme el término pero son expertos en la serie y en el análisis de sus personajes. Deshabituarme al final de cada temporada fue difícil, y no digamos cuando se fue a negro en el último episodio de la última temporada. Intenté con otras series House, Roma, pero nada, sólo las repeticiones me han calmado. No lo he superado.
Este sentimiento de abandono que tuve en el momento que se acabó la última temporada de Los Soprano, es la que deben tener ahora los seguidores del presidente Hugo Chávez, que echa el cierre a su programa de televisión, ¿cómo lo pasarán sus fieles seguidores que durante nueve años han seguido fielmente sus discursos, peroratas y ataques al imperio del mal? Huérfanos de su luz y guía los espectadores han perdido toda referencia vital, falta la palabra que marca la vida de tantos y tantos patriotas.
Como sé los efectos de una adicción tan larga en el tiempo, les deseo lo mejor en su periodo deshabituación, aunque si quieren pueden sustituir el ¡Aló Venezuela! Por los Simpson, a lo mejor no notan la diferencia.
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