Venezuela que ha vivido, y vive con una economía un tanto particular donde la venta de petróleo es la fuente principal de ingresos y que ésta ha permitido subsidiar una serie de productos alimenticios básicos y los combustibles a los ciudadanos venezolanos. Es excepcional en el mundo de hoy comprobar que con menos de dos dólares se llena el depósito de un vehículo de pequeña cilindrada, mientras que otros productos básicos como la leche son más caros que la gasolina. Y eso sin contar el déficit en distribución de alimentos, escasez, etc.
Los presupuestos de este país, que en los últimos años se ha dedicado a comprar en el bazar armamentístico del amigo Putin, entre otras cosas, se fundamentaban para este año en un precio medio del petróleo muy superior al actual. Al no llegar a los precios previstos el déficit presupuestario va a ser significativo y que se seguirá acumulando si no hay un alza de precios de forma inmediata. Para sanear las cuentas del presupuesto se piensa en subir el precio de la gasolina, que es irrisorio, e injusto porque se subvenciona a todo el mundo. El alza no puede ser significativa porque las economías familiares de la gran mayoría de los venezolanos no soportarían una subida de precios en los combustibles. Piensen en lo que sucedería si sigue esta tendencia de acabar con los subsidios y se traslada también a los alimentos. Así que al presidente Chávez no le salen las cuentas y parece que ahora no tiene la culpa los Estados Unidos, que dicho sea de paso, busca en Brasil el socio que le pueda aportar ese 40% de petróleo que compra a Venezuela.
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