Después de leer el primer volumen de relatos de Varlam Shalámov necesitas un cierto sosiego en la lectura, porque el relato del horror al que están sometidos en los campos de trabajo siberiano te “pega el estómago al espinazo”. Piensas que lo has leído todo y cada uno de los relatos te vuelve a sorprender. Aunque ya tengo el segundo volumen La orilla izquierda, veinticinco cuentos más ,no quiero comenzar la lectura, hasta que haya recuperado el sosiego que antes citaba, pero en las primeras páginas encuentro lo siguiente:
“Los olores se recuerdan como los versos, como los rostros humanos. El olor de este primer pus del campo se grabó para siempre en la memoria gustativa e Kubántsev. Luego recordó toda su vida aquel olor. Toda su vida Kubántsev recordó cómo olían las heridas de aquellos primeros pacientes de Kolimá”.
Creo que estos cuentos volverán a atraparme. Ya les contaré.
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