Después de ver Gomorra en el cine me apetecía leer el trabajo de Roberto Saviano porque la película me había resultado algo tediosa y creía que no entraba en profundidad en el trabajo periodístico contenido en su libro, así que me puse a la labor y ya lo he leído. Sorprenden las descripciones, el dinamismo del relato y la cantidad de datos y personas que aparecen. Puede dar la impresión que concatenar las microhistorias que están contenidas en Gomorra puede parecer complejo y perder el hilo, no de la narración sino de los vínculos entre los distintos grupos y las estrategias la Camorra para extender sus negocios más allá de sus fronteras y con una maraña de relaciones, mueven los capitales, blanquean dinero y no hay “oportunidad de negocio” que desaprovechen. Saben dónde están las oportunidades y como son expertos, o por lo menos habilidosos no hay actividad que quede al margen de esa red, tupida red, con la que envuelven sus actividades. Tampoco nos quedamos al margen aquí en Tenerife de sus actividades, porque como la economía en Canarias tiene que ver con algo en lo que ellos, los italianos del sur, son expertos, el cemento y Saviano lo señala muy claro: “El empresario italiano que no tenga la base de su imperio en el cemento no tiene esperanza alguna”. Así que sus tentáculos también han llegado aquí. Armando Orlando, un personaje singular lo cita Saviano como el responsable de esas inversiones en Tenerife.
Aquí les dejo algunos textos de Gomorra. Espero que les resulten interesantes.
Todo lo que existe pasa por aquí. Por el puerto de Nápoles. No hay producto manufacturado, tela, artículo de plástico, juguete, martillo, zapato, destornillador, perno, videojuego, chaqueta, pantalón, taladro o reloj que no pase por el puerto. El puerto de Nápoles es una herida. Ancha. Punto final de los interminables viajes de las mercancías. Los barcos llegan, entran en el golfo y se acercan a la dársena como cachorros a las ubres, con la diferencia que no tienen que succionar sino, por el contrario, ser ordeñados. El puerto de Nápoles es el agujero del mapamundi por donde sale lo que se produce en China o en Extremo Oriente, como todavía se divierten en llamarlo los cronistas […]. En realidad, ese Oriente está más unido al puerto de Nápoles que ningún otro lugar. Aquí, el Oriente no tiene nada de extremo. El cercanísimo Oriente, el vecino Oriente deberían llamarlo. Todo lo que se produce en China es vertido aquí. Como volcar un cubo lleno de agua en un hoyo hecho en la arena: el agua, al caer, erosiona todavía más el hoyo, lo ensancha, lo ahonda. El puerto de Nápoles mueve el 20 por ciento del valor de las importaciones textiles de China, pero más del 70 por ciento de su volumen pasa por aquí. […]
[…] Desde hacía años, los Nuvoletta también hacían negocios en España. Nocera había ido a la ciudad de Tenerife sic para llamar al orden a Armando Orlando, según los investigadores en la cúspide del clan, por los gastos generados por la construcción de un importante complejo urbanístico, Marina Palace. Nocera lo criticó por estar gastando más de la cuenta debido a la utilización de materiales demasiado caros. Yo solo he visto Marina Palace en la web, pero su página es elocuente: un enorme complejo turístico, piscinas y cemento que los Nuvoletta habían construido para participar en el negocio del turismo en España y alimentarlo. […]
[…] ya en la década de 1980 los kaláshnikovs corrían de mano en mano. En 2003, a partir de las declaraciones de un arrepentido –Raffaele Spinello, del clan Genovese, hegemónico en la ciudad y la provincia de Avellino-, salió a la luz la noticia de la relación entre ETA y la Camorra. El clan Genovese es un aliado de los Cava de Quindici y de las familias casertanas. No es un clan de primer orden, y pese a ello estaba en condiciones de suministrar armas a uno de los principales grupos armados de Europa, que en el transcurso de treinta años había utilizado múltiples vías para aprovisionarse de armamento. Los clanes de la Campania, no obstante, resultaban interlocutores privilegiados. Según las investigaciones de la fiscalía de Nápoles en 2003, dos etarras, los vascos José Miguel Arreta y Gracia Morillo Torres, se alojaron durante diez días en una suite de un hotel de Milán. Precio, itinerario, entrega: se pusieron de acuerdo en todo. ETA enviaría cocaína a través de los militantes de la organización para recibir armas a cambio, reduciría constantemente el precio de la coca que se procuraba a través de sus contactos con los grupos guerrilleros colombianos y asumiría el coste y la responsabilidad del transporte de la mercancía […], pero ETA no quería sólo Kaláshnikovs: deseaba también armas pesadas, potentes explosivos y, sobre todo, lanzamisiles. […]
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