Desde hace algún tiempo está apareciendo en el periódico El Día una serie de artículos que pretenden sustentar la línea editorial de ese medio de comunicación en lo que se refiere a la soberanía de las Islas Canarias. Como se repiten una y otra vez, a lo mejor sería conveniente intentar aportar una luz distinta a la que tiene focalizada ese periódico. Para contribuir al debate dejo en las siguientes líneas algunos datos y opiniones.
Entre los “valedores” de las tesis soberanistas esta José Tomás Bethencourt Benítez, profesor titular de la facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna, con muchos años de funcionario, casi treinta, en esa Institución y no sé si tanto de docencia y tampoco sé cuántos días de investigación, aunque no deben ser muchos a la vista de su escuálido curriculum investigador. Artículos de revistas (14) Colaboraciones en obras colectivas (2) Tesis dirigidas (2) (fuente: http://dialnet.unirioja.es/servlet/extaut?codigo=148007). Se me olvidaba, también fue designado, sí designado a dedo por Coalición Canaria para ocupar un puesto como delegado provincial del INEM o algo parecido. Estuvo poco tiempo con los que hoy llama medianeros de la finca colonial.
Las dos intervenciones del profesor José Tomás Bethencourt en el periódico El Día son una entrevista, la primera, en la que renunciaba al uso de la “ñ” como forma de protesta ante la presencia colonial y este último artículo del pasado domingo 22 de marzo. Ambas intervenciones para enmarcar. En la entrevista se extendía ampliamente en el concepto de “endofobia”, donde analiza un supuesto rechazo al pasado acontecido en las islas, fruto, también de la supuesta presión colonial sobre la población local. En algo hay que fundamentar el victimismo, muy relacionado con las tesis soberanistas y una vuelta al pasado, pasado mágico, donde se idealiza la figura del aborigen en la imagen del “buen salvaje” y que intentaré aclarar a continuación.
Don José Tomás arremete contra tirios y troyanos olvidándose que trabaja en una institución, la universidad de La Laguna, que tendrá por objetivo “minar la voluntad de los nacidos en esta tierra y convertirlos en lacayos de la metrópolis”. Las universidades tienen eso. Él, sin embargo, es el paradigma de profesor que abrirá los incrédulos ojos de aquellos que están narcotizados por los falsos progresos de la humanidad y será la luz y guía de las nuevas generaciones, que sin saberlo son “endofóbicos”. Él les iluminará.
El indigenismo de don José Tomás no es nuevo ni original. En el mundo moderno el pasado se convierte en una etapa superada, objeto de estudio y es lo que soporta el presente y su análisis permite extraer conclusiones, referencias, etc. el futuro es el objetivo, no hay que olvidar esto. En las sociedades premodernas y en sus creencias mágicas sobre el pasado estaba el valor, y no en el porvenir, no es el futuro el objetivo. Los reaccionarios utópicos ya tienen el sustrato en el que empezar a entretejer sus teorías. Para no aburrir en el seguimiento pormenorizado de todas épocas de la historia, vamos a dar un salto en el tiempo y nos vamos a situar en el siglo XIX, donde el “indigenismo bucólico”, el “buen salvaje” y la “sopa de pueblo” toman mayor consistencia. Son los románticos alemanes, algún día se analizará el mal que le ha hecho el romanticismo a la razón, decía que son los románticos alemanes quienes le dan el mayor empuje al indigenismo en su aspecto más reaccionario. Lo más profundo y remoto tenía el valor de lo auténtico, retorno que les lleva hasta esa época en la que, supuestamente, hombre-naturaleza eran un todo armonioso, en el que se prolongaba un infinito presente marcado por un círculo encantado regido por el cambio día-noche y la sucesión de las estaciones. Este naturalismo mágico lo va a “traicionar” el hombre cuando logra dominar la naturaleza. Rompe el encanto de este cuento maravilloso. Ya Hölderlin, poeta romántico, hablaba del “retorno natal”. Heidegger y los nazis manejan este concepto, lo pulen y lo llenan de palabrería, que llaman contenido. Alfred Rosenberg, teórico nazi afirmaba: “El valor que a un dios o a un héroe se le infunde es lo eterno, tanto para bien como para mal. Puede morir una forma de Odín, pero Odín, es decir el arquetipo eterno de las anímicas fuerzas primigenias del hombre nórdico, vive hoy lo mismo que hace cinco mil años … El último saber posible de una raza se contiene ya en su primer mito” (A. Rosenberg. El mito del siglo XX). Ya tenemos otro elemento del indigenismo: la pervivencia que se mantiene, que se transmite y son los poseedores de ese “valor” quienes son los verdaderos “Odín” los verdaderos (entre las comillas pongan lo que les parezca oportuno, canarios, guanches, venezolanos, moscovitas. Vale para todos).
Esta huida hacia el pasado creo que solo se puede explicar o justificar cuando no se asume o se tienen serios problemas para engancharse al mundo moderno. Piénsese en la Alemania del periodo entreguerras como caldo de cultivo para estas ideas. Junto con esta huida al pasado se da la argumentación emocional, que en eso que he llamado “sopa de pueblo” tiene un terreno abonado para su crecimiento. La argumentación emocional es la más falaz que existe, pues no necesita racionalidad sino emocionalidad, sólo hay que mover las emociones, llorar ante el Teide, ante la virgen de Candelaria (del peso de la religión también podríamos hablar, pero lo dejamos para otra ocasión) y al no requerir racionalidad alguna se extiende como una mancha de aceite. Es muy socorrida y acuña expresiones muy usadas, en carnavales, por ejemplo: “Chicharrero de corazón” piensen en otras y les salen muchas.
Para cerrar el círculo donde se sustenta este indigenismo bucólico, Heidegger, también muy cercano al nazismo asocia esa vuelta atrás “El comienzo es lo más grande”, decía en 1933 en el discurso inaugural de la Universidad de Friburgo, proclamaba en el mismo discurso también “la vuelta a las raíces”, y así ya se vinculan en su discurso y en el argumentario posterior la dimensión temporal y la espacial. La patria, la patria como hogar, el hogar del guerrero, en definitiva la pertenencia a un lugar. Los aportes pseudocientíficos de la biología con la medida de los cráneos no es más que una muestra del intento de darle carácter científico y de racionalidad a un mito y que a lo largo y ancho de este mundo muchos iluminados con la llama del Odín local pretenden que quienes no adoramos, ni nos inclinamos ante sus deidades, seamos culpables de no se sabe qué y estemos a expensas que esa deidad local lance sobre cada uno de nosotros su fuego castigador.
Por último quiero hacer mi aportación transcribiendo unas palabras que pueden formar parte de cualquier imaginario como el que hemos descrito: “…venimos desde muy lejos y un imperativo de fidelidad a la propia estirpe, al eslabón invisible del destino, nos vincula a los orígenes por siempre memorables”. Seamos justos y no nos apropiemos de las palabras de otros, pero alguno las pondría en la entrada de su barrio. Reconozco que son de Carlos Astrada, filósofo argentino y “piruetista intelectual” porque pasó del nazismo más contumaz al marxismo más vehemente. Esto también es muy frecuente.
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