lunes, 11 de agosto de 2008

LA DORADA ASESINA




Voy a intentar contar la historia tal y como me la contaron, y aunque parezca inverosímil no me la he inventado, es real como la vida misma.
Esta historia comienza así: Una señora que se bañaba en la playa de Los Cancajos, Santa Cruz de La Palma, afirma que durante el baño la mordió un pez, concretamente una dorada, dorada que se había escapado de los criaderos que están en la costa de Tazacorte. La señora, seriamente dolida por la herida, por el hecho en sí y la trascendencia del mismo y con un gran espíritu cívico no llamó a las televisiones locales, ni a la de Willy, ni tan siquiera acudió a las hojas parroquiales para dar la voz de alarma. Como decía su espíritu cívico le llevó directamente al ayuntamiento de Breña Baja y pone el hecho en conocimiento de la autoridad competente, alcalde, por supuesto, para que tome las medidas oportunas. Este comportamiento tan cívico dice mucho de la señora, pues ella es consciente de la crisis que afecta a las islas y una noticia sobre este hecho realizada de forma tremendista, podría asustar el turismo que vista la isla. Se imaginan los titulares: “dorada asesina suelta en las aguas de La Palma”, sería el hundimiento del sector. No se escapa la posibilidad de que la señora hubiese vista la película de Spilberg “Tiburón” y fuera consciente de las consecuencias para los bañistas de esa criatura, la dorada, suelta en esa playa.
Si el comportamiento cívico de esa palmera de pro, sólo si se es palmera y se quiere a su tierra con el corazón, se puede actuar así. (Para que luego algunos digan que La Palma es un manicomio sin techo). Digo que si las decisiones tomadas por la señora fueron tan oportunas, no lo fue menos el de la corporación municipal. Su alcalde, Jaimito Sicilia (disculpen la familiaridad, pero así me lo contaron) después de un análisis detenido de la situación, seguro que también había visto la película Tiburón, tomó la decisión de contratar, sin concurso público por la premura de los hechos, un especialista para que capturara, viva o muerta, a la dorada asesina.
Dos días de trabajo de ímprobo esfuerzo y trabajo de ese especialista que se margulló (zambullir) en las aguas de Los Cancajos hasta que dio fin con la terrible bestia. La recompensa para este esforzado submarinista, palmero también, fue de cien euros. Si, cien euros, cantidad irrisoria, pero que demuestra el cariño por lo nuestro y de siguiera ondeando al viento, a la suave brisa del Atlántico la bandera azul de la playa. Capturada la fiera asesina vuelve la tranquilidad a las aguas cristalinas de la mar océano que acarician las costas de la Isla Bonita. Una vez más el valor, la ciudadanía y la entrega de ese alcalde que dando todo por su pueblo ha acabado con semejante animal.
Hasta aquí la historia tal y como me la contaron, la esencia de ella, la escenificación es mía. La verdad es que al oír esta historia se quedaron abiertos algunos interrogantes, pero no he podido resolverlos; por ejemplo no sé cómo se llama la señora, si fue primero al ayuntamiento o a urgencias; tampoco sé el nombre del valiente pescador-cazador, ni que le pasó a la dorada y cómo acabó. ¿Su vida terminó en una sartén?, ¿en el horno? ¿Por qué mordió a la señora?, ¿Había algún resentimiento por parte de la dorada contra esa señora en particular?, ¿ésta dijo algo inoportuno en la pescadería de algún familiar de la dorada?
En fin son cosas que pasan y que se tienen que conocer, pero lo más importante es que si van a Los Cancajos y ven la bandera azul ondear sepan que es gracias a la entrega de unos palmeros orgullosos de su tierra, tierra en la que el valor, aquí demostrado y la inventiva, no nos olvidemos que es la tierra de las rapaduras y los polos de San Telmo, grandes aportaciones para la Humanidad, son señas de la Isla Bonita.
Bueno, sepan que el sol hace auténticos estragos.


Pd.- La foto no es de la dorada en cuestión. Esta parece menos agresiva.

Recetas de dorada

Ayuntamiento de Breña Baja

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