sábado, 30 de agosto de 2008

CONTROLES BANANEROS


Entiendo por controles bananeros aquellos que no tienen ninguna justificación y sólo sirven para molestar, incordiar a los viajeros y en todo caso demostrar poder. Algunos ejemplos son:

I] Soportar de un “milico” de verde oliva con la boina roja preguntas impertinentes y con un tono altivo, petulante, ofensivo como ¿dónde ha estado alojado?, ¿cuánto tiempo?, ¿dónde va? Y algunas preguntas más que no entendí porque no vocalizaba bien. Y todo esto cuando iba a facturar para marcharme.

II] Después de pagar la tasa aeroportuaria o, impuesto de salida, y pasar con el correspondiente código de barras por un torno, depositas el equipaje de mano en el escáner que controla su contenido. De forma consecutiva repites la operación y lo pasas por oro escáner en menos de dos metros, entre uno y otro. Luego tienes que soportar las mismas preguntas, alguna tan singular como: ¿Por qué va a Madrid? Ésta tenía múltiples respuestas, pero la más respetuosa que me salió fue: “porque el avión va hacia allí y no hacia mi casa”. Se me ocurrieron otras pero me contuve.

De los dos controles sólo cambiaba el color y la forma de los uniformes, pero el carnaval seguiría.

III] Sellado del pasaporte y el funcionario, con otro uniforme no contesta al saludo. Te mira displicente (no de arriba abajo, sino hasta los hombros, porque el mostrador es alto y yo bajito) y se te queda cara de tonto porque no sabes por qué esa altanería estúpida. Pasas a la sala de espera y piensas que ya ha terminado lo de mostrar el pasaporte y contestar preguntas sinsentido y formuladas con cierto desprecio. Buscas una butaca, que hace mucho tiempo fue azul y hoy es un mapa de manchas de diversa tonalidad, para esperar el momento del embarque. Pero no, no ha acabado lo de las preguntas y el mostrar el pasaporte.

IV] Nuevos uniformes y órdenes, la primera es que debemos permanecer sentados en la sala y esperar un nuevo “chequeo del pasaporte”. Y lo hacen, no me lo creía, pero lo hacen nos ponen en fila y a mirar de nuevo el pasaporte al que ponen una pegatina en la contraportada, no el sello de salida de inmigración, es una pegatina verde con unas letras. Una vez cumplido este requisito y la cola correspondiente vuelta a la megafonía que ordena, no pide por favor, sin nada de eso, ordena que debemos permanecer sentados.

Ya está, remite el cabreo y piensas que ya está, pero para darle más emoción a esta espera empiezan a llamar a algunos pasajeros, no sé las razones para esa llamada, si es aleatorio o qué, pero es para revisar las maletas. No sé lo que buscan, a lo mejor la fórmula de la harina para las arepas. Como van llamando en pequeños grupos, dos o tres cada vez, no sabes que si te tocará, cosa que es probable porque como no te toca la lotería, te toca este sorteo, pero no me escapé.

V] Vamos a embarcar, parece que esto acaba, pero no, nuevo “chequeo” del pasaporte, comprueban la pegatina, la foto y paso por un arco de mano, esto en la sala de espera a la entrada del “finger”, aquí separan al pasaje en dos filas, hombres y mujeres. No sé por qué.

VI] A medida que avanzo hacia el avión me entero. De nuevo un “milico” clónico del anterior insiste en las preguntas y me cachea, como a todos. Con cara de asesino a sueldo me exige que siga, porque no piden las cosas, las exigen.

Por fin en avión, pensé que la azafata me iba a tirar de la oreja porque no me sentaba lo rápido que exige el momento, pero no amablemente me indicó mi asiento y me ayudó con el equipaje de mano. Son otras formas.

En fin, esta fue la salida, porque la entrada también tiene sus cosas como el “modelo 80” donde te piden todos los datos imaginables, casi hasta el número del zapato; un ejemplo de esas preguntas y exigencias es tener que rellenar un listado con el contenido del equipaje y su valoración en dólares. No sé si contabilizan el valor sentimental de las cosas, pero bueno es así.

Hasta aquí el relato telegráfico del paso por el carnaval de uniformes que demuestra que eso de la inteligencia militar es una contradicción en sí misma y que las distintas comparsas de disfraces no se fían unas de otras porque es la única forma humana de entender los “chequeos”.


PD.- No sé si el primero que aparece en la foto estaba en el aeropuerto porque como está disfrazado no lo distingo bien, pero la cara de malas pulgas es la misma.

2 comentarios:

  1. tanto control y después vemos como mueren nuestros hermanos bajo las manos del hampa urbano
    buafff

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  2. Venezuela, pero me has quitado las ganas de una manera seria

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