Vuelve la cara 'ultra' de Austria
El populista Jörg Haider se presentará a las elecciones de septiembre
JUAN GÓMEZ - Berlín - 17/08/2008
La ambición política del populista de derechas austriaco Jörg Haider carece de "límite superior", según le citan estos días las agencias de noticias. Desde luego no parece colmarla su actual cargo al frente del sureño Estado federado de Carintia, que ejerce desde 1999. Haider apeló esta semana a su "deber patriótico" y anunció que encabezará la lista electoral de su partido, la Alianza para el Futuro de Austria (BZÖ), en las elecciones legislativas del 28 de septiembre.
La gran coalición entre los socialdemócratas del SPÖ y los conservadores del Partido Popular Austriaco (ÖVP) ha logrado a duras penas gobernar el país durante 18 meses. Aplazó su caída hasta después de la Eurocopa, que tuvo como sede Austria y Suiza. La debacle que han protagonizado permite prever un buen resultado electoral de lo que en Austria llaman el tercer campo político, el de la derecha nacionalista.
Fue precisamente Haider quien supo extender la influencia de este viejo tercer campo al entorno socialdemócrata y obtener parte del voto joven, masculino y desencantado.
Haider fundó la BZÖ hace tres años, tras abandonar el también ultraderechista Partido Liberal de Austria (FPÖ) que había presidido durante 14 años. Aunque de momento sostiene que no pretende abandonar su despacho en Klagenfurt por un escaño en Viena, Haider aspira sin duda a afianzar su nuevo partido, hoy el más pequeño del Parlamento federal. Trata de llevarlo a cotas electorales como las que, bajo su dirección, permitieron al FPÖ formar una coalición de Gobierno con los conservadores del ÖVP en 2000. En aquel año Haider abandonó la dirección federal del partido, pero su influencia política en la formación no cedió hasta la escisión del BZÖ en 2005. El FPÖ, que llevaba años en declive, perdió con Haider fuerza política, su feudo de Carintia y su capacidad de formar Gobierno.
El émulo y sucesor de Haider, Hans-Christian Strache, se hizo con las riendas del partido y, mediante un proceso de radicalización que no dejó de escorar la formación aún más a la derecha, supo mantenerse al timón en momentos difíciles para el partido y ganarse el apoyo de los militantes y votantes. Ahora, los analistas austriacos ven probable que el FPÖ mejore sus resultados electorales en septiembre pese al retorno de Haider a la política federal. Strache no quiere ni oír hablar de una posible reunificación con la BZÖ. De su antiguo líder, a cuya sombra ascendió dentro del FPÖ, Strache dice que es "un político anticuado, fracasado y deshonesto, cuyo tiempo terminó".
Desde Carintia, Haider ha tratado en los últimos meses de mezclarse en la política nacional. En julio, buscó el enfrentamiento con la ministra de Interior Maria Fekter con la expulsión de un grupo de refugiados, a los que envió en autobús a otro Estado federado. Diversos políticos acusaron a Haider de haber cometido un delito con esta expulsión.
Sea como sea, Haider, de 58 años, es sin duda el político austriaco vivo más célebre, junto a Arnold Schwarzenegger. Como le sucede al primer ministro italiano Silvio Berlusconi, el enconado rechazo que suscita fuera de su país parece compensarse con la fe de sus seguidores y votantes. Las líneas maestras de su programa se parecen a las de cualquier populista europeo y se basan en el rechazo a la inmigración, la "defensa del ciudadano de a pie" y escepticismo sobre la Unión Europea, a la que Austria pertenece desde 1995.
Para satisfacer al resto de su electorado, la derecha austriaca juega además las bazas del ensalzamiento patriótico austriaco y de la promoción nostálgica del pasado nacional germánico. A este respecto, Haider y los suyos han suscitado reiterados escándalos internacionales al comentar la época en la que el austriaco Adolf Hitler anexionó el país al llamado III Reich alemán. Cuando el FPÖ accedió al Gobierno federal en 2000, las protestas internacionales cristalizaron en una serie de sanciones por parte de la UE.
Tan importante como la participación del FPÖ en el Gobierno fue la ola de protestas internas y externas que desencadenó. Si bien las citadas sanciones diplomáticas de la UE, que no pasaron de simbólicas, afianzaron al Gobierno de coalición y alimentaron un clima antieuropeo que aun perdura, las protestas internas también cuajaron.
La ambición de Haider no se colma en Carintia, pero es posible que se quede allí. Sus rivales del FPÖ, entre los que trata de rescatar apoyos, podrían superar el 20%, mientras que el BZÖ se debatía la pasada semana alrededor del 4% necesario para acceder al parlamento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario