Qué bueno es que la mañana de un sábado cualquiera, hoy por ejemplo, sea una mañana desapacible, lluviosa, fría, con viento. Todos los elementos que justifican que no salgas a la calle, vale ir a comprar el pan y los periódicos, de resto en casita, cerca del sofá y dedicarte a uno de los ejercicios más gratificantes que se puedan hacer: “La lectura errática”. Si, es un tipo de lectura desordenada, sin premeditación ni finalidad definida. Como no hay modelo cada vez que surge la ocasión, los domingos por la tarde son suele ser un buen momento, decía, que como no hay modelo describo la mañana de hoy y verán cuanto tiene de anárquica esta lectura. Empiezo por la lectura en pantalla de los periódicos digitales, alguno local, no muchos porque hasta contaminan. De este ejercicio que te permite desplazarse por todo el mundo me entero que en México, El Universal destaca: “Narco supera organización entre países. Está en riesgo la estabilidad, coinciden México, Colombia, Guatemala y Panamá”. Los narco traficantes se mueven con una organización que supera a la de los estados, así me entero leyendo El País digital que: “Patricia Espinosa, secretaria de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Felipe Calderón, afirma que a pesar de la sangre que se vierte cada día en asesinatos, su país México, no es un estado fallido” [casi textualmente]. Cuesta creer esta afirmación porque me imagino que cada día los ciudadanos se tienen que plantear, dónde está ese estado que dice que no es fallido cuando poner el pie en la calle es jugar a una especie de ruleta rusa donde la seguridad no forma parte de las reglas de juego.
De un salto me voy a Argentina para ver cómo el periodista Diego Martínez de Página 12 cuenta la medida ordenada por el juez federal Hugo Sastre para desenterrar los restos del abogado Mario Abel Amaya, torturado hace treinta y dos años en penal Rawson. Cada día es noticia en los periódicos argentinos los temas relacionados con el esfuerzo social por poner en el banquillo de los acusados a todos aquellos que tuvieron algo que ver con los delitos de lesa humanidad. Esto es memoria histórica y lo demás son paños calientes. También me entero que Cristina Kirchner sale la noche de este sábado para Cuba. El último presidente argentino que visitó La Habana fue Raúl Alfonsín. En el Universal de Caracas el petróleo es noticia de primera, confirmando una reducción en la producción para intentar detener la caída del precio del petróleo. Si el presupuesto del la nación se ha hecho con un precio medio superior a setenta dólares el barril, van a tener la cosa muy dura. Para conseguir cubrir ese presupuesto. En El Espectador de Bogotá leo sobre la precariedad del salario mínimo y de la carta del hijo de Leónidas Vargas, narcotraficante, que reclama el fin de la venganza contra él y su familia. Eduardo Galeano ha escrito un texto en La Brecha, que publica Rebelión sobre Gaza.
Ducha, más café y ahora le toca el turno a los periódicos en papel, sin doblar, primero los huelo -me encanta el aroma de los periódicos sin usar-, y luego el repaso a todo, para seleccionar lo en la segunda vuelta le dedicaré más tiempo. Veo algunas cosas que hay que leer con más detalle Juan Cruz, que escribe sobre Domingo Pérez Minik, Sergio Ramírez, ambos en suplemento Babelia de El País. Hay otras cosas interesantes, pero ya las veré. Hago lo mismo con Público. Otra vez café y vuelta al ordenador. Ahora toca mirar el correo y ver los blogs a los que estoy suscrito. Repaso más detenido a algunos argentinos que mantienen viva la memoria de los desaparecidos durante la dictadura. Quienes colaboran en estos blogs tienen un mérito increíble, son incansables y están en todos los actos, en permanente búsqueda de información y reconocimiento de las víctimas. Sigo con los de cocina, de política, ciencia, divulgación en general y literatura, que me ocupan un buen rato. El ordenador después de esta nueva incursión queda “dormido”. Más tarde volveré a él.
Como tengo algunas lecturas abiertas vuelvo a ellas. Puro fuego de Joyce Carol Oates me lleva a las historias de un grupo de adolescentes, una pandilla, en los años cincuenta y sus problemas de adaptación a una sociedad, como casi todas, poco propicia para hacerle hueco, atender y entender a los jóvenes y más si son chicas que se salen de la normal social establecida. Legs es una de las protagonistas, acaba de salir de un correccional para menores –chicas- en el que ha estado un tiempo por el robo un coche. La estancia en esa institución no la ha corregido, sólo ha logrado enconar más su resentimiento, porque se le ve a sus dieciséis años como alguien ya perdido para la sociedad. Lástima que Legs no se haya tropezado con un fiscal como el de menores de Tenerife, Manuel Campos, alguien que si entiende a los jóvenes.
Me gusta Puro fuego, pero no logra seducirme, no acabo de “enamorarme” de esta lectura. Me ha sucedido lo mismo que con El Mundo de Juan José Millás [Booket, 2008], que a medida que iba avanzando en su lectura ha ido perdiendo encanto y ya no me seduce saber lo que le pasa a su padre en su taller de reparaciones de electrodomésticos, tampoco me emocionó lo que le ocurre a su amigo apodado Vitaminas, ni a la hermana de éste. No claudico, pero no son seductoras o hasta el punto de dejar otras o darles prioridad, así que vuelvo a cambiar y me refugio en las páginas de Los relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia, escritor mexicano al que encontré de casualidad, como de casualidad encontré su libro. Me viene al pelo esta lectura para confirmar o no aquello de estado fallido que se dice de México. El protagonista de los relámpagos de agosto tiene mala suerte, a lo mejor como México, ya que José Guadalupe Arroyo, militar, general de división, iba para secretario particular del nuevo presidente elegido, militar también y ésta va y se muere antes de ser nombrado Presidente. Imaginen lo que viene.
No sigo y como comprenderán ha sido una mañana completa y después de almuerzo también he seguido con este ejercicio, que es uno de mis favoritos. Ya les contaré que le pasa a José Guadalupe y también otro libro que tengo cerca y me llama la relectura de algunos de sus párrafos, es El miedo a los bárbaros de Tzvetan Todorov. Les diré algo más. Que les cunda la tarde de sábado, que sigue desapacible, lluvioso y con frío. Me quedaré en casa.
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