Varón de cincuenta y cinco años, con cáncer de próstata, abandonado por su segunda mujer; con dos hijos, propietario de una pequeña inmobiliaria, que vive en Sea-Clift, Nueva Jersey. Estas son algunas pinceladas de Frank Bascombe, protagonista de Acción de Gracias; Anagrama, 2008, de Richard Ford.
El autor, Richard Ford, en setecientas treinta páginas, de la edición compacta de Anagrama, nos cuenta los días previos a la fiesta de Acción de Gracias del año 2000, su preparativo y cómo vive esos días Frank Bascombe, al mismo tiempo hace un recorrido por su vida, con dos matrimonios, dos hijos, varón y hembra; su vida profesional, sus recorridos por Nueva Jersey son como una excursión urbana en la que el “guía” ve con ojos de agente inmobiliario, mientras que tu como lector te haces tú mapa conceptual del espacio vivido de Frank. Junto a estos elementos une su condición de hombre con cáncer, que explica las sensaciones que tienes desde que se lo notifican hasta que se ve de nuevo en una ambulancia; su recorrido hospitalario analiza como los profesionales se distancian del dolor personal.
Las elecciones presidenciales el año 2 000 son la justificación para contraponer dos modelos, dos formas distintas de pensar dentro de un marco muy estrecho. Demócratas y republicanos, Frank vota demócrata y su socio nepalí, por ejemplo, representa al republicano-emigrante que llega y va camino del triunfo cumpliendo con el sueño americano. Las situaciones en el bar, los personajes que en él aparecen; el taller, los vecinos de su casa son modelos de esa americana más estereotipada pero real.
Creo que merece sugerir la pena su lectura, y yo lo haría partiendo de aquí y hacia atrás, porque Acción de Gracias forma parte, la última de una trilogía compuesta además por El periodista deportivo, 1986 y El día de la Independencia, 1995.
Les dejo con algunos párrafos, espero que les resulten interesantes.
Debería decir algo de mi condición de canceroso, porque mi salud aparece ahora en mi pensamiento como alguien perseguido por un asesino. No me gustaría hacer una montaña de ese grano de arena, pues en lugar de creer que lo bueno siempre llega para los que saben esperar, todo –lo bueno, lo malo, lo indiferente- acaba por ocurrirnos a todos si andamos por este mundo el tiempo suficiente. […]
La versión abreviada de todo el lío del cáncer es que exactamente cuatro semanas después de que mi mujer, Sally Caldwell, […] (no desvelo lo que va porque creo que es romper un poco el encanto de la novela) […] por casualidad observé unas gotitas de sangre seca y parduzca entre las sábanas y a la altura de la pilila, y me fui derecho al Haddam Medical Arts de Harrison Road para averiguar qué es lo que pasaba y dónde. […] Nunca me habían operado. La enfermedad era lo que otros padecían y de lo que se hablaba en la prensa. [ob. cit. págs. 173-174]
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