LA PRIMERA NOCHE
Ya estoy en casa. Huelo a hospital, sí percibo un aroma que no es habitual, distinto y me es muy extraño, por eso lo asocio al hospital. Tengo hambre porque llevo desde las ocho de la mañana sin probar bocado, ni agua, sin embargo ahora es cuando me acuerdo de comer.
Ya es más de media noche estoy en mi cama, inmóvil para evitar el dolor, me he tomado un somnífero, apago la luz y espero dormir algo, aunque tengo la sensación de tener los ojos como platos. Quiero descansar y no puedo. La película de la caída pasa una y otra vez delante de mis ojos lo que me causa una ansiedad creciente, más miedo y falta de aire, no puedo respirar, intento quitarme el corsé, pero a oscuras no puedo. Tengo que tranquilizarme, la teoría me la sé, pero no puedo, ahora pienso en la inutilidad, la falta de movilidad me pegan el estómago al espinazo, me da mucho miedo pasar del “yo soy” al “yo era” y más me duele porque ha sido la fatalidad lo que me ha llevado a esta situación y eso, además, lleva a las personas que están a tu alrededor a multiplicar sus esfuerzo y entrega porque ahora estoy-soy-una carga para todo.
Hasta que me recupere, espero, me voy a dar cuenta lo que cuesta levantar la tapa del baño, entrar en la ducha, secarte, ponerte el calzoncillo, o la imposibilidad de coger el jabón que se ha caído. En fin un nuevo aprendizaje para un periodo que deseo no sea muy largo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario