El pasado domingo, uno de junio murió Alicia Zubasnabar, Licha para sus amigos. Licha nació en Corrientes, Argentina, en 1915, tenía 92 años y no era una abuela cualquiera, pues murió sin conocer a su nieta la que dio el nombre de Ana Libertad. Esta mujer llena de coraje y valor perdió durante la dictadura argentina a su hijo Roberto, secuestrado, supuestamente torturado, y desaparecido en septiembre de 1976 y al año siguiente a su hija Elena, y al marido ésta Héctor. Elena en el momento de secuestro junto a su marido, febrero de 1977, estaba embarazada de esa niña que su abuela no llegaría a conocer.
Durante toda la dictadura posteriormente y contra viento y marea mantuvo junto a otras madres y después abuelas el recuerdo de las personas desaparecidas, tragadas, por el horror de los militares golpistas. Las madres de plaza de mayo, organización que nace del empuje de Licha y de María Isabel Mariani, Chicha, que han compartido el dolor de perder a seres queridos a manos de quienes se convierten o se auto-designan salvadores de la patria. Licha ha sido para los asesinos y represores un testigo incómodo, igual que lo es Juan Puthod, y en la causa contra el cura Christian Von Wernich fue un testigo clave.
Debemos entre todos evitar que el tiempo transcurrido apague la luz que ilumina estos hechos, luz que ponen los supervivientes y familiares. Mi reconocimiento y condolencias a familiares y amigos de Licha.
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