Me voy a permitir transcribir el primero de sus artículos donde recoge un hecho que es lamentable y sólo muestra el miedo que tiene la parte rica del mundo de aquellos que vienen de la parte pobre. Lean con detenimiento y verán que estamos perdiendo el norte y pronto van a ser tan alto los muros que estamos levantando que no nos van a llegar ni los rayos del sol.
Espero que les interese.
La visa vale un riñón
Héctor Abad Faciolince
Por: Elespectador.com [11/05/08]
HAY UN QUERIDO AMIGO MÍO, MUY buen escritor, que tiene dos pasaportes, el uno colombiano y el otro europeo. Es colombiano porque nació aquí, y español porque lleva 30 años viviendo en Madrid. En sus dos pasaportes figura con su nombre de pila, Darío Sepúlveda, pero por este nombre muy pocos de ustedes lo van a reconocer.
En realidad todos lo conocemos por su seudónimo, que es Dasso Saldívar. Él escribió la mejor biografía que se ha hecho de García Márquez, El viaje a la semilla, y es también cuentista y crítico literario. Fuera de lo anterior, es un ser humano extraordinario: generoso, culto, sensible. Pues bien, Dasso Saldívar padece desde hace años de una grave insuficiencia renal. Debe hacerse diálisis dos veces por semana y su salud se viene deteriorando paulatinamente. En un par de ocasiones ha estado a punto de perder la vida a raíz de complicaciones derivadas de su enfermedad. Hace mucho está en lista de espera para hacerse un trasplante de cadáver, pero no ha tenido suerte en este procedimiento para el que hay largas filas en el sistema de salud español. Dasso (tal vez sobre decirlo siendo él escritor) no es rico. Vive decentemente y educa a sus hijos, sin un salario fijo, con los magros derechos de autor de sus libros y de sus artículos. En vista de lo anterior, un grupo de escritores españoles y colombianos organizamos una colecta para llevar un pariente de Dasso que estuviera dispuesto a donarle un riñón. Con ese dinero se hicieron en Colombia los estudios de compatibilidad de los posibles donantes (tanto lo quieren que resultaron diez) y se le pagó un tiquete de avión a un sobrino. Para que le dieran la visa hubo que arrodillarse. Como el donante era pobre, no lo querían dejar viajar. Después de muchas presiones conseguimos enviarlo a España, pero al llegar allí se le descubrió al sobrino una malformación, y no pudieron operarlo. Volvió a Colombia. Ahora otra sobrina se ofrece para donar el riñón. Ella está dispuesta a ir a salvarle la vida a su tío, pero la Embajada de España pone de nuevo mil trabas para que esta persona pueda obtener una visa. Es una visa humanitaria y urgente. Es una visa para socorrer a un ciudadano español. Es una visa para salvarle la vida a una persona valiosa, joven, y muy buen escritor. Pero no, los señores de España sospechan que la sobrina se quiere quedar en Europa como ilegal. Ni siquiera creen que el otro sobrino haya vuelto y exigen una certificación. Como no es rica (y la única condición para obtener una visa es demostrar que uno es rico), se demoran. Yo les escribo pidiendo ayuda, y ni siquiera se dignan contestarme. Hace ocho años yo resolví no volver nunca más a España, con tal de no tener que pasar la humillación de pedirles a nuestros antiguos colonizadores una visa para visitar lo que, de alguna manera, son nuestras raíces (lingüísticas, culturales, incluso genéticas). Hoy más que nunca pienso que jamás volveré a España. El servicio exterior español me produce una sola cosa: asco.Por eso, si de algo sirve saber escribir en castellano, si de algo sirve tratar de mantener el mínimo de dignidad que otra España (la vieja) nos legó, quiero pedir aquí a algún otro país europeo, de la comunidad Schengen, que le conceda una visa a la sobrina de Dasso Saldívar que quiere ir a Europa a hacerle un regalo a un ciudadano europeo: nada menos que donarle un riñón. En Alemania, en Francia, en Holanda, Dasso está traducido y por eso, de alguna manera, es también su autor. O si esto no fuera posible, quisiera pedir entonces a alguna institución colombiana que traigamos a Dasso para que se haga aquí el trasplante de riñón que su cuerpo necesita. El caso es grave y es urgente, porque la salud de Dasso se deteriora cada día más. Él no puede pagarse aquí personalmente su tratamiento, pero un país digno debería darle a uno de sus ciudadanos ilustres la única oportunidad que tiene de sobrevivir. Si la inhumana España no concede siquiera una visa humanitaria, ¿por qué no le damos nosotros a España una lección de humanidad?
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