miércoles, 11 de julio de 2007

SIGUE EL JUICIO EN BUENOS AIRES




Puntualidad en las aportaciones no tengo, porque es un poco tarde para publicar esto, pero me da cierta pereza seguir con este tema tan escabroso, porque cada vez que abro la página más repulsión me causa este tipo. No lo puedo remediar, pero creo que debemos concoer y compartir estos acontecimientos.

“No llegó al centro clandestino por casualidad, sabía qué pasaba”

Declararon los primeros testigos contra el represor Christian von Wernich. Situaron al ex capellán en los campos y dijeron que les “recomendaba” que “hablaran”. Menciones sobre antisemitismo.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-87914-2007-07-11.html

Por Victoria Ginzberg

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Héctor

Ballent fue el primer testigo del juicio contra el cura

Christian von Wernich.

–¿Por qué no confiesan lo que saben, así no los torturan más?

–Pero entonces,usted tiene conocimiento de nuestras torturas...

¿Por qué no hace algo?



Héctor Ballent, el primer testigo del juicio contra el cura


Christian Federico von Wernich, involucró directamente al ex capellán de la policía en los tormentos que él y otros detenidos sufrieron en los centros clandestinos de detención de Ramón Camps. Ballent, ex director de Ceremonial de la provincia de Buenos Aires, relató el diálogo que mantuvo con el sacerdote en Puesto Vasco. Otros testigos hablaron sobre el ambiente antisemita que se respiraba en ese sitio y señalaron que era imposible que Von Wernich, que entraba y salía de las celdas sin custodia, no supiera lo que ocurría. El acusado prefirió no estar presente en la audiencia.

Detrás del blíndex instalado en sala de audiencias de los Tribunales federales de La Plata sólo estuvieron los abogados defensores. Von Wernich no quiso ir al juicio, pero los jueces del Tribunal Oral número 1, Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Isaurralde, dispusieron que el cura estuviera en la alcaidía del edificio. El año pasado, el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz también escogió hacer uso del derecho que permite al reo no ir al juicio en su contra. Los acusados están obligados a presenciar la primera audiencia, donde se formaliza la acusación y se les da la posibilidad de declarar, y también la última, en la que se anuncia la sentencia.

Von Wernich evitó ayer escuchar a los primeros testigos en su contra: Ballent, Juan Nazar, ex director del diario La Opinión de Trenque Lauquen, y Alberto Liberman, ministro de Obras Públicas durante la gobernación de Victorio Calabró. Todos situaron al sacerdote dentro de los campos de concentración. “Ninguna persona, y menos un sacerdote, podía desconocer lo que pasaba. Si llegó allí es porque fue autorizado por el jefe del lugar. Ingresó con absoluta tranquilidad, sabía los nombres de todos. No llegó allí por casualidad”, aseguró, pausada pero enfáticamente, Nazar. El hombre se refería a una visita del cura en el centro clandestino Puesto Vasco, que funcionó en la subcomisaría de Don Bosco. “Vestía de sotana, con el cuello que usan los sacerdotes”, describió el periodista, que fue secuestrado el 21 de julio de 1977.

Sobre el mismo episodio, Ballent narró que Von Wernich los “visitó” una vez para “ofrecerles asistencia espiritual”. En ese momento, el ex funcionario les dijo a sus compañeros de cautiverio: “Este no es cura. Es un taquero que se consiguió una sotana”. Pero era el capellán de Camps. Fue en la segunda visita que el sacerdote les “recomendó” que hablaran y algunos de los detenidos lo increparon. “Usted está aceptando que nos castiguen. ¿Por qué no lo denuncia?”, le dijo Ballent.

El ex ministro bonaerense Liberman también le contestó. “Von Wernich me dijo que dijera la verdad. Yo le respondí que desde el primer día dije la verdad. Dio media vuelta y se fue”, relató ayer el hombre ante una sala menos colmada y más fría que el jueves pasado –cuando comenzó el juicio–, pero en la que no faltaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y militantes de distintos organismos de derechos humanos platenses.

El ex director de La Opinión de Trenque Lauquen –que fue también presidente de la Confederación General Económica bonaerense– reveló que, durante sus interrogatorios, le preguntaban por el “Plan Andinia” (un supuesto “complot del sionismo internacional para quedarse con la Patagonia”).

El antisemitismo que demostraban los represores bonaerenses fue otro de los tópicos que se repitió ayer a lo largo de los testimonios de los primeros testigos. “Liberman pagó por dos cosas: por su actuación en el gobierno y por ser judío”, aseguró Ballent. También reveló que escuchó “gritos de niños en la cocina, donde torturaban” y habló varias veces de “la máquina” (la picana) que les aplicaban a los detenidos.

Por su parte, Nazar señaló que le preguntaban si tenía información del “sionismo” y si los que escribían en el diario eran judíos. “Había un sentimiento y pensamiento antisemita”, describió.

El periodista Jacobo Timerman estaba en ese grupo de detenidos del Puesto Vasco y antes había estado secuestrado con alguno de ellos en el COT I de Martínez. “Fue torturado salvajemente. El hecho de que fuera judío acentuó la animadversión e hizo que lo torturaran más cruelmente todavía”, dijo Ballent.

Este ex funcionario fue secuestrado dos veces. En la primera lo sacaron del despacho del interventor en la gobernación de Ibérico Saint Jean. “Estábamos preparando la ceremonia de asunción de Camps en la policía”, relató el ex encargado de Ceremonial. En esa oportunidad estuvo sólo unos días secuestrado. Un año después, lo fueron a buscar a la casa. El hombre aseguró que Timerman le “enseñó a vivir” en el centro clandestino: “Báñese, lea, camine, haga gimnasia, no piense”, le recomendó.

Las audiencias del juicio contra el cura se extenderán hasta mediados de septiembre. Para mañana están citados los miembros de la familia Miralles. Ramón Miralles, que fue ministro de Economía de Calabró, estuvo detenido en Puesto Vasco junto con sus hijos. La semana que viene declararán los hijos de Timerman.

1 comentario:

  1. Da verdadero asco este personaje ,que se supone debe, por su profesión de religioso, hacer el bien y ayudar a los más débiles.Hace que nos avergoncemos de la especie humana

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