Estas islas se queman por los cuatro costados. Al incendio de Canaria (denominación de la hoja parroquial de El Día de la isla de Gran Canaria), se suman los de La Gomera y ahora en Tenerife, que para la misma hoja parroquial era un conato y va por donde va. El sol cae como plomo derretido en esta parrilla que son las Islas, tiempo de “mataviejos” porque respirar cuesta mucho y ni a la sombra y sin hacer ningún esfuerzo se pueden soportar los cerca de cuarenta grados que te obligan a boquear como pez fuera del agua.
Al fuego se suma la llegada de emigrantes en continua arribada de barcas a las islas sin que el problema tenga viso de no una solución, por lo menos un parche. Sumen la denuncia interpuesta por un abogado de oficio para que se investigue la muerte hace quince días de más de ochenta irregulares que fallecieron al parecer al chocar su barca con el buque de salvamento que pretendía recogerlos con un mar muy bravo con olas de hasta tres metros. En fin la vida sigue, la educación para la ciudadanía se toma un descanso, la portada de El Jueves pasa a un segundo término y Paulino Rivero planea sus vacaciones. Con su talante a lo más lejos que puede ir es a la isla de Lobos para preparar el terreno a la próxima incorporación de la foca monje. En fin seguimos arrancado días a julio, el Euribor para arriba y Bush que llama a la Casa Blanca a historiadores y teólogos porque dice que quiere estudiar Historia. Primero que repase los conceptos básicos de arriba, abajo; grande, pequeño, etc., y luego ya veremos.
La imagen corresponde a la edición del El País digital del 31 de julio de 2007. La magnitud de los incendios es ya alarmante.
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