Para contribuir al intercambio de reflexiones sobre la materia recién introducida en Primaria y Secundaria va este documento publicado hoy en El País. Se aceptan todo tipo de sugerencias.
¿Ciudadanos o feligreses?
FERNANDO SAVATER
El País 04/07/2007
En los últimos tiempos han proliferado los libros en torno al fenómeno religioso o, más bien, contra la religión: Daniel Dennett, Richard Dawkins, Michel Onfray, Sam Harris, André Comte-Sponville, Christopher Hitchens... En ese catálogo, los autores anglosajones destacan por su agresividad y también por un cierto candor misionero en su refutación de las viejas creencias. Incluso dedican numerosas páginas a demoler las pruebas tradicionales de la existencia de Dios (que no han mejorado desde Tomás de Aquino), empeño que a estas alturas del siglo XXI, y con Hume, Kant y Freud a nuestras espaldas, resulta casi conmovedor de puro antiguo, como bordar fundas para almohadas o algo así. Al parecer dan por descontado que aportando razones lograrán librar a los ilusos de convicciones que, ay, ninguno de ellos ha adquirido por vía racional. Dicho sea en su descargo, los autores citados son más bien científicos (o partidarios de subordinar la filosofía a la ciencia, como antaño fue "criada de la teología"), o sea, expertos en el manejo de los números y en la experimentación con los hechos, pero deficientes en la comprensión de los símbolos.
También hace simpática su irritación la obstinación oscurantista con que los creyentes norteamericanos se emperran en convertir
Como en Europa tal uso fundamentalista de la religión no es corriente, el acercamiento que incluso los más críticos tenemos al fenómeno de la creencia religiosa suele ser más matizado. A mi libro La vida eterna algunos le han reprochado un planteamiento demasiado comprensivo de la fe (otros muchos lo han censurado por lo contrario, desde luego). Una reseña acaba con gracia lamentando que "a este paso, acabar con la religión nos va a costar Dios y ayuda". La verdad es que no considero tal liquidación un objetivo deseable (además de que lo tengo por imposible). Me parece que la religión es un tipo especial de género literario, como la filosofía, y combatirla como una plaga más sin atender los anhelos que expresa es empobrecedor no sólo para la imaginación, sino hasta para la razón humana. Temo que tan crédulos son quienes utilizan
Sin embargo, parece que los jerarcas eclesiásticos no están dispuestos a que nos olvidemos en España de los aspectos más nefastos de la influencia religiosa en el orden social. La campaña contra la asignatura de Educación para
Afortunadamente, en este caso basta con consultar el texto constitucional para salir de dudas. En efecto, el punto tercero del artículo 27 de nuestra Carta Magna establece que "los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Pero antes, el segundo dice que "la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales". Los padres tienen derecho a formar religiosa y moralmente a sus hijos, pero el Estado tiene la obligación de garantizar una educación que desarrolle la personalidad y enseñe a respetar los principios de la convivencia democrática, etc. ¿Acaso esta tarea puede llevarse a cabo sin transmitir una reflexión ética, válida para todos sean cuales fueren las creencias morales de la familia? También los padres tienen derecho a alimentar a sus hijos según la dieta que prefieran, pero, si el niño a los ocho años pesa 100 kilos o sólo seis, es casi seguro que los poderes públicos intervendrán, porque -más allá de los gustos de cada cual- existe una idea común de lo que es un peso saludable. De igual modo, existe una concepción común de los principios de respeto mutuo y de pluralismo valorativo en que se funda la ciudadanía, y hay que asegurar que sean bien comprendidos por quienes mañana tendrán que ejercerlos. La libertad de conciencia, por fin aceptada por
Este planteamiento nada tiene que ver con los excesos del sectarismo izquierdista, como creen o fingen creer los ultramontanos. En su libro La justicia social en el Estado liberal, Bruce Ackerman lo describe así: "El sistema educativo entero, si se quiere, se asemeja a una gran esfera. Los niños llegan a la esfera en diferentes puntos, según su cultura primaria; la tarea consiste en ayudarles a explorar el globo de una manera que les permita vislumbrar los significados más profundos de los dramas que transcurren a su alrededor. Al final del viaje, sin embargo, el ahora maduro ciudadano tiene todo el derecho a situarse en el punto exacto donde comenzó, o puede también dirigirse resueltamente a descubrir una porción desocupada de la esfera". El proyecto de Educación para
Lo que me asombra es la postura del PP en este asunto. La presidenta de
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