martes, 27 de julio de 2010

VALOR: NECRÓPOLIS. BORIS PAHOR


Algunas palabras han perdido peso por un uso indiscriminado y poco adecuado. Ahora todo es una proeza, una heroicidad. El tener o demostrar valor se aplica a lo que en ocasiones sólo es un simple esfuerzo físico y poco más. El valor es algo más, algo que implica una concepción de la vida distinta, que pones en riesgo la tuya de forma altruista por la de otra persona. Eso puede ser una muestra de valor, y como ejemplo este texto de Boris Pahor en Necrópolis, Anagrama, 2010. Espero que les sea sugerente y les anime a su lectura.

“Sólo los chicos encargados del fichero de prisioneros enfermos del bloque 2 lograban de vez en cuando salvar a alguno de los que habían sido elegidos para ser ejecutados; pero lo arriesgaban todo porque si los hubieran descubierto, también ellos a media mañana habrán bajado las escaleras para dirigirse hacia los ganchos. Franc, por ejemplo, el larguirucho Quijote de Liubliana, cordial, espabilado y lleno de sentido de humor, pudo hacerlo. De manera que cuando el esman [miembro de las SS, vigilante del campo] venía con la lista del Entlassung [¿fallecidos?], empezaba la acción frenética de salvar al menos a uno de los condenados, a veces hasta dos, pero como una excepción, claro está, para, guárdeme Dios, no despertar ninguna sospecha. Al muerto que yacía en el suelo del baño, en el waschraum [baño], y que esperaba a que lo llevasen allí abajo, se le ponía en el dedo un papel con el número de uno de los condenados en vez del correcto, el suyo. El chico salvado cambiaba de nombre y de número, por lo cual había que mandarle cuanto antes con alguno de los transportes de trabajo fuera del lager [campo de concentración]. Es cierto que estos grupos de trabajo tenían un futuro incierto, pero al menos el hombre había escapado del gancho. Sí, es verdad, pero cada vez que el esman se acercaba, Franc tenía que controlarse con todas sus fuerzas para no revelar su temblor. [ob. cit. pág. 65]

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