He vuelto a releer esta parte de la biografía de J.M. Coetzee, Juventud, publicada por Mondadori en 2002. Con esta relectura he puesto al día su visión particular a su condición de sudafricano blanco, su inclinación por la literatura, la poesía principalmente, y la relación con sus padres. Huir de Sudáfrica fue su primera meta de peso, pero no marchar físicamente del continente africano, de los confines del Imperio Británico, sino despojarse de todo aquello que le significara como sudafricano.
No me cansaré de recomendar la lectura de sus obras, novelas y ensayos, así que les dejo con algunos párrafos de Juventud. Espero que les resulten interesantes.
“El cuento transcurre en Sudáfrica. Le inquieta ver que sigue escribiendo sobre Sudáfrica. Preferiría dejar atrás su yo sudafricano como ha dejado Sudáfrica. Sudáfrica fue un mal comienzo, una desventaja. Una familia rural anodina, una mala educación, el idioma afrikaans: ha escapado más o menos, de cada una de estas desventajas. Está en el gran mundo ganándose la vida y no le va mal, o al menos no ha fracasado, no estrepitosamente. No necesita que le recuerden a Sudáfrica. Si mañana se levantara un maremoto desde el Atlántico y barriera el extremo sur del continente africano, no derramaría ni una sola lágrima. Él se contaría entre los supervivientes.
Aunque ha escrito un cuento menor (de so no hay duda), no es malo. No obstante, no le ve sentido a intentar publicarlo. Los ingleses no lo entenderían. En la playa de la historia verían la idea inglesa de una playa, unos pocos guijarros bañados por las olas. No verían un espacio deslumbrante de arena al pie de las colinas rocosas golpeadas por grandes olas, con gaviotas y cormoranes chillando en lo alto mientras luchan contra el viento” [ob. cit. págs. 66-67]
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