Ayer fui al cine a ver una película a la que vas sin saber muy bien por qué. Un hombre soltero .Tom Ford, el director viene del mundo de la moda y este es su primer trabajo. No había referencias anteriores; la historia puede parecer hasta banal. Un hombre, homosexual, con más cincuenta años, profesor en un college en Los Ángeles, California y que pierde a su pareja en un trágico accidente; nos situamos en la década de los sesenta del siglo pasado. Christopher Isherwood, construye una novela corta, no más de 160 páginas en las que describe y analiza el vuelco que le da la vida al protagonista, George, interpretado por Colin Firth. Con estos datos me fui al cine. No salí defraudado.
George vive un presente angustiado, dolorido por la pérdida sufrida, la incomprensión vivida, no pudo asistir al funeral de su pareja porque “era para la familia”, además se entera porque alguien le llama, casi de forma anónima. Vivir el día a día se convierte en algo doloroso a partir de ese momento, sólo es partícipe de su dolor su amiga Charley. Julianne Moore borda el papel de mujer de casi cincuenta años, divorciada y viviendo sola.
Se puede entender su situación de homosexual en un momento en el que la pertenencia a una minoría, año 1962, era muy complicada, así que una parte de su vida tiende a la invisibilidad, ya que el entorno social en el que movía no aceptaba esa parte de su vida. La escena de la niña, su vecina en el banco es ilustrativa de la hipocresía social que le rodeaba. La pérdida de su pareja le arroja a un presente anodino, vacío sin expectativas, así que opta por una solución radical, pero algo se interpone en su vida, que va a sufrir un sobresalto. Mejor no digo más.
Recomendable, aunque no esperen ni efectos especiales, ni una gran tragedia, sólo una historia, como cientos o miles que pasan, pero que si está bien contada, si nos la creemos, podremos disfrutar de un rato con el cine.
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