Creo que hoy más que nunca debería funcionar un seguro de frustración para la ciudadanía. Dejaremos para otra entrada lo que sucede en este país, España, donde se discute todavía si galgos o podencos, si pactamos o no pactamos, si soy más patriota que tú. En esta ocasión empezaremos por lo que ha significado la política de Obama como elemento de frustración para la ciudadanía más allá de las fronteras de los Estados Unidos de Norteamérica.
¿Quién no vio con expectación creciente la elección del presidente actual, prendado, entre otras cosas, de su verbo fácil, fácil pero hueco? Analicemos por qué. En primer lugar pensamos que se iba a poner luz allí donde no llegaba, Guantánamo, símbolo y realidad, al mismo tiempo de cómo el país, cuna de la democracia, a partir de las ideas de la Ilustración “legalizaba” un agujero negro en el respeto de los Derechos Humanos. Ha transcurrido más de un año y todavía sigue en el limbo un grupo de personas que en muchos casos no saben por qué están ahí y no han tenido la oportunidad de defenderse.
En segundo lugar la ampliación de las coberturas sanitarias choca, una y otra vez, con los intereses de las multinacionales del sector, de una parte de la sociedad norteamericana y no se sabe qué más, con lo que de su propuesta inicial a lo que ha llegado después de algo más de un año, media un abismo. En tercer lugar la política de guerra en países como Afganistán sigue un proceso de no acabar con el incremento de tropas y armamento para alcanzar el objetivo repetido una y otra vez: eliminar las bases del llamado terrorismo internacional-islámico. Las estrategias empleadas no parecen ser muy apropiadas, porque el conflicto no disminuye, sino que al contrario se abren nuevos escenarios. No digamos ya la política nuclear y una apuesta por la obtención de la reactivación de la construcción de centrales nucleares y del presupuesto militar que sigue al alza y con una estructura más propia de la época de la Guerra Fría que de los nuevos modelos de guerra que se desarrollan actualmente.
En fin como ciudadano con cierta dosis de frustración, no mucha, la verdad, porque tampoco eran muchas las esperanzas espero que en alguna ocasión alguien que hace promesas electorales salga y diga que no ha podido, que ha querido, pero no lo han dejado cumplir lo que prometió, que pide disculpas por no haber logrado alcanzar lo que prometió y que debe una explicación a quienes confiaron en sus palabras. Posiblemente ese día esa persona nos hará pensar un poco más. Tendremos que esperar a otra oportunidad Obama no va a redactar ese discurso.
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