La ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, ha estado estos días en las Islas recorriendo las zonas afectadas por las precipitaciones del pasado 1 de febrero. Su presencia, destacada por los medios locales, ha focalizado el desastre acaecido en la necesidad de un radar de clima; tanto el presidente del gobierno autonómico Paulino Rivero como el del cabildo de Tenerife han centrado su discurso en la necesidad de otro radar para mejorar las previsiones. Hasta ahí parece todo normal, pero intentar desviar la atención del desastre causado por las precipitaciones y dar a entender que la previsión hecha desde el centro meteorológico de Canarias fue errónea es sencillamente un acto que causa vergüenza ajena. La falta de rigor de los responsables políticos. Rivero y Melchior, bordea la desvergüenza. La previsión fue impecable, el aviso se hizo con tiempo, pero la visita de la ministra ofreció a ambos presidente la oportunidad para desviar la atención, como siempre, hacia otros, hacia Madrid que queda muy bien.
No es nueva esta estrategia de endosar las culpas a terceros, así por exclusión quedan eximidos de toda responsabilidad. No hay ninguna explicación plausible del impacto que ha tenido una infraestructura como la del tranvía con respecto a estas situaciones de lluvias abundantes. ¿Se tiene la certeza de que la infraestructura del tranvía en la avenida Ángel Romero, no están relacionadas con los daños causado en esa zona? ¿Es adecuado el modelo de asentamiento del viario del tranvía con uso exclusivo del espacio? ¿El relleno de picón recubierto de césped es lo ideal, o estaba preparado para una avenida como la que sucedió el 1 de febrero?
En la ampliación de la autopista del sur tampoco se tuvo en cuenta los riesgos potenciales de unas precipitaciones con las sucedidas; tampoco, al parecer los planes urbanísticos de la zona de Tabaiba. Municipio de El Rosario, tampoco vieron el riesgo potencial de construir en la ladera de la forma que se ha hecho.
En definitiva, una vez más, se cumple el principio básico de “yo no fui”, muy propio de los niños que exculpan, incluso antes de que se les adjudique la responsabilidad. Aquí los mayores, algunos tienen la lección bien aprendida, máster en repartir culpa. Ahora sólo queda marear la perdiz con el radar, mientras que todavía hay vecinos en algunas zonas donde no les ha llegado la energía eléctrica. Por cierto la responsable de comunicación de la empresa suministradora, Beatriz Corredera, sabe contar muy bien el número de clientes sin fluido eléctrico, pero debería tener la misma facilidad para en esos momentos dar alguna información tan básica como la respuesta a la pregunta ¿para cuándo vamos a tener luz? Sólo se le pide una aproximación, por lo menos.
Ah, se me olvidaba, ¿cuándo va a buscar el gobierno de Canarias los terrenos apropiados para el segundo radar que ya está presupuestado por Madrid? Ya se verá.
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