Este fin de semana, fin de semana sin reloj, sin obligaciones más allá de las normales para no llegar tarde al cine, para no molestar a los vecinos con la música, con el cine en casa, pero de resto, nada más. Así me dispuse a quemar las horas y nada mejor que el cine y la lectura. Empecemos por el cine. Primero The visitor del director Thomas Mc Carthy, 2007. Interesante porque se puede estar muy ocupado y sin embargo, tener una vida muy vacía. El protagonista se encuentra en esa situación y logra ver más allá de la cotidianeidad que cae en la rutina casi destructiva.
La segunda de las películas del fin de semana fue A soap del director Pernille Fischer Christensen, 2007. Drama que enfrenta a una joven que acaba con una relación y va a vivir a un bloque de apartamentos, en él tiene como vecino a un transexual pendiente de la operación de cambio de sexo. La relación entre ambos personajes, dos mundos distintos, ambos peleados o zaheridos por la sociedad, buscan su acomodo. Puede que lo encuentren.
La lectura tiene poco que ver con el contenido de las películas. He vuelto a leer de Josep Plá [1897-1981], Madrid. El advenimiento de la República, 1933, una crónica periodística de aquellos días tan decisivos y que contenían tantas esperanzas en el republicanismo como solución para un país que había sufrido las consecuencias de una monarquía que había hecho muy poco o nada por modernizar el país y democratizar las instituciones. El proceso democratizador que traía consigo el republicanismo se vio cercenado por una guerra que implantó una dictadura de partido único teñida de un catolicismo que bendijo y protegió los desmanes cometidos. Queda la esperanza que en un futuro España vuelva a ser republicana.
Volviendo al texto de Plá, éste no es un libro de historia, es una crónica de aquellos días, crónicas hechas con mucha naturalidad, sin dogmatismos y muy cercanas a la calle. Así escribe en su crónica del día 14 de abril, ya de madrugada: “El Ministerio de Gobernación está iluminado a giorno. Los miembros del gobierno provisional presentes en Madrid deben de estar reunidos para ir siguiendo, por momentos, los acontecimientos de toda España.
En la Puerta del Sol oigo a una señorita de mal vivir decirle a una amiga, con aire resignado:
-Con esto de la República, todavía no me he estrenado…”
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