miércoles, 9 de abril de 2008


¿Qué tipo de personas son las que prefieren la monotonía del mar? Yo creo que las que han pasado mucho tiempo observando su laberinto interior con demasiada profundidad, de modo que lo único que buscan, al menos en el exterior que les rodea, es una cosa: uniformidad… Hay una primera diferencia, menor: en las montañas, uno va trepando y subiendo, mientras que, junto al mar, uno permanece quieto, descansando en la arena. Sin embargo, conozco la mirada con la que se rinden honores a lo uno y a lo otro. Los ojos que vuelan de cumbre en cumbre son ojos seguros, rebeldes, felices, llenos de ganas de vivir, de firmeza y valor para enfrentarse a lo que se ponga por delante; en cambio, ante la inmensidad del mar que mece sus olas con este fatalismo místico e hipnótico, hay una mirada nublada, consciente y sin esperanza que alguna vez vislumbró las profundidades del triste casos de la existencia… Salud o enfermedad: ahí está la diferencia importante. Uno escala con arrojo la maravillosa diversidad de aquellos parajes llenos de aristas, cumbres y precipicios para poner a prueba su fuerza vital cuando todavía no se ha consumido nada de ella. Pero prefiere descansar en infinita uniformidad del mundo exterior cuando está cansado de la absurda maraña del interior.


Thomas Mann, Los buddenbrook, 787; ed. Edhasa, febrero, 2008


Thomas Mann (1875-1955)