domingo, 20 de abril de 2008

CAJACANARIAS Y ÁFRICA


La obra social y cultural de Cajacanarias está dedicando un ciclo de actos culturales al continente africano. Se puede participar de exposiciones, teatro, cine, proyección de documentales y foros. Estos últimos, cada martes desde el pasado once de marzo mantienen un grado de interés alto y lo demuestra que salvo en alguna ocasión el lleno es absoluto.

Creo que el interés radica en escuchar voces autorizadas en los distintos campos en los que se ha abierto la discusión. El contenido de los mismos está disponible en la página web de la entidad y no voy aquí a repetirlos, pero si es de destacar que se ha podido escuchar la voz cargada de emotividad y sapiencia de José Luis Sampedro; pragmático el discurso de Emilio Ontiveros; pragmático pesimista Joaquín Estefanía y los interrogantes de Luc André. Todos ellos analizaban las perspectivas económicas para este continente. Otras intervenciones muy interesantes han sido la de Ignacio Ramonet, José María Ridao o los periodistas Tomás Bárbulo, Luis Vega o José Naranjo. En definitiva todos han aportado una visión sobre el Continente desde distintas ópticas.

El análisis sobre el continente africano en su conjunto es muy difícil por lo complejo y variado del mismo; tampoco las medidas que se proponen valen para todo el conjunto, pero si parece muy generalizado que se parte de una situación extrema y las expectativas no son nada halagüeñas, salvo para Ontiveros y su pragmatismo numérico. El alza de precios de los cereales añade otro problema significativo, a los que ya venía arrastrando, a esta tierra porque el grueso de la población dedica la mayor parte de la renta familiar a la alimentación, y alzas de precios en los cereales, superiores al cincuenta por ciento, no tienen una única causa. Sobre la mesa se pusieron razones como las que expresa Raj Patel en un artículo de El País del sábado 19 de abril: “Ésta y otras subidas de precios son el resultado de una tormenta perfecta en la que se han combinado los efectos de las malas cosechas, la escasez de alimentos almacenados, la sustitución de cultivos de alimentos por otros que producen biocombustibles, el aumento de la demanda de carne, el precio récord del petróleo, y la especulación financiera. El aumento del coste de los alimentos ha llegado a ser tan grave que incluso se ha inventado un nombre para bautizarlo: agroflación (agflation). Una fea palabra, sin duda, cuyos efectos son todavía más feos. Y que ha producido el regreso de una de las formas de activismo colectivo más antiguas del mundo: los disturbios callejeros de los hambrientos”.

Me quedo con la última de las razones, la especulación financiera ya que el resto parece que están bastante claras. Y me quedo con esta porque al preguntarle al señor Ontiveros si la liquidez aportada por bancos centrales para sostener el sistema financiero, economía de casino, no se habían ido a los mercados seguros de cereales, me contestó que no debería ver fantasmas, pues esto no era factible. Como ustedes comprenderán no pretendo compararme con el conocimiento que tiene el señor Ontiveros de la economía, pero la respuestas creo que no fue satisfactoria, no porque no coincidiera con lo que expuse, sino que los argumentos usados no fueron convincentes. Patel creo que me da la razón, o por lo menos comparte conmigo, o yo con él, el mismo interrogante.

Aconsejable, reitero, las intervenciones de todos los participantes en los foros organizados.

Foto: África Sebastiao Salgado