Caramba. Ya terminé de leerlo y se me
quedó corto el relato de Paul Auster, Diario de invierno, Círculo de
Lectores, 2012. En poco más de doscientas páginas hace un recorrido apretado
por su vida y las situaciones que le han marcado. Su lectura te reconcilia con
el heroísmo, que vivir en una heroicidad y él pone por escrito una vida normal,
sin estridencias, sin grandes detalles, pero una vida llena de momentos para
recordar, pues casi como la de todos.
Creo
que no es la gran obra de Paul Auster, pero la sencillez de lo relatado se
eleva en cómo lo hace y de ese relato se desprende algo de intriga, cierto
suspense en la descripción de sus casas, por ejemplo, que por cierto me parece
la parte más floja del relato, y evidentemente muy reflexivo.
Tengo
que confesar que sostener que la descripción de sus hogares es un tanto anodina
ha suscitado un debate interesante, sobre todo con lectoras fieles a Auster que
perdonan poco este tipo de controversias. La fidelidad como lectoras les lleva
a rebatir de forma vehemente, pero eso es bueno muy bueno.
En
fin, me ha gustado mucho y muy recomendable para quienes somos fieles seguidores
de su obra, algunos ya tenemos una edad y comprendemos mejor sus sensaciones,
pero también para quienes están lejos de ser mayor, y así : “Piensas
que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única
persona en el mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por
una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro”
(Así empieza el relato)
Les
dejo con algunas líneas y espero que les anime a la lectura.
“También
nieva hoy, y cuando te levantas de la cama y vas a la ventana, en el jardín las
ramas de los árboles se están poniendo blancas. Tienes sesenta y tres años. Se te
ocurre que durante el largo viaje de la niñez hasta aquí rara vez ha habido un
momento en que no hayas estado enamorado. Treinta años de matrimonio, sí, pero
en los treinta anteriores, ¿cuántos caprichos y enamoramientos, cuántas
pasiones, cuántos delirios y afanes, cuántas oleadas de loco deseo? Desde el
comienzo mismo de tu vida consciente, has sido un solícito esclavo de Eros. Las
chicas que amaste de niño, las mujeres que quisiste ya hombre, cada una diferente
a las demás…” [Ob. cit. pág. 10]
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