martes, 12 de junio de 2012

LECTURAS: Diario de invierno. Paul Auster

Caramba. Ya terminé de leerlo y se me quedó corto el relato de Paul Auster, Diario de invierno, Círculo de Lectores, 2012. En poco más de doscientas páginas hace un recorrido apretado por su vida y las situaciones que le han marcado. Su lectura te reconcilia con el heroísmo, que vivir en una heroicidad y él pone por escrito una vida normal, sin estridencias, sin grandes detalles, pero una vida llena de momentos para recordar, pues casi como la de todos.
            Creo que no es la gran obra de Paul Auster, pero la sencillez de lo relatado se eleva en cómo lo hace y de ese relato se desprende algo de intriga, cierto suspense en la descripción de sus casas, por ejemplo, que por cierto me parece la parte más floja del relato, y evidentemente muy reflexivo.
            Tengo que confesar que sostener que la descripción de sus hogares es un tanto anodina ha suscitado un debate interesante, sobre todo con lectoras fieles a Auster que perdonan poco este tipo de controversias. La fidelidad como lectoras les lleva a rebatir de forma vehemente, pero eso es bueno muy bueno.
            En fin, me ha gustado mucho y muy recomendable para quienes somos fieles seguidores de su obra, algunos ya tenemos una edad y comprendemos mejor sus sensaciones, pero también para quienes están lejos de ser mayor, y así : “Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona en el mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro” (Así empieza el relato)
            Les dejo con algunas líneas y espero que les anime a la lectura.

            “También nieva hoy, y cuando te levantas de la cama y vas a la ventana, en el jardín las ramas de los árboles se están poniendo blancas. Tienes sesenta y tres años. Se te ocurre que durante el largo viaje de la niñez hasta aquí rara vez ha habido un momento en que no hayas estado enamorado. Treinta años de matrimonio, sí, pero en los treinta anteriores, ¿cuántos caprichos y enamoramientos, cuántas pasiones, cuántos delirios y afanes, cuántas oleadas de loco deseo? Desde el comienzo mismo de tu vida consciente, has sido un solícito esclavo de Eros. Las chicas que amaste de niño, las mujeres que quisiste ya hombre, cada una diferente a las demás…” [Ob. cit. pág. 10]

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