Sinclair Lewis, premio Nobel en 1930, publica en 1922 la que es para los especialistas una de las mejores novelas norteamericanas del siglo XX: Babbitt. No tengo elementos para la comparación y el contenido de las reseñas de libros o películas de este cuaderno, sólo es la expresión de lo que he sentido al ver o leer, así que les cuento lo que me parece y vale. La editorial Nórdica Libros ha reeditado esta obra que nos acerca un poco más a
Creo que Lewis con ironía, algo de humor y trazos muy finos define al prototipo del americano de los años veinte que vive en una ciudad media de los Estados Unidos. Alguien que creyente, conservador, muy conservador y que su vida está marcada por los tópicos y los prejuicios. Babbit, nuestro protagonista, hecho así mismo, aunque su suegro es socio de la inmobiliaria que es director, está en ese nivel medio, lejos de los asalariados, de los que reniega porque están ahí porque quieren, porque son personas sin iniciativas. La lejanía con ese otro estrato que forma una élite con poder económico local, que vive en barrios muy selectos con casas espectaculares y hace vida social en clubes muy restringidos. Babbit rechaza, cuando se siente molesto a esta casta, pero anhela llegar ahí, codearse con lo más selecto de la ciudad.
Pero como lo perenne también tiene flaquezas Babbit empieza descubrir otro mundo, otras posibilidades porque cuestiona lo inmutable hasta el punto de: “Durante varios minutos, durante varias horas, durante una sombría eternidad, permaneció despierto, temblando, reducido a un terror primitivo, comprendiendo que había obtenido la libertad, y preguntándose qué podrá hacer con algo desconocido y tan embarazoso como la libertad”. [ob.cit. pág. 153]. Se iba de acampada con un amigo, sin su familia y el desasosiego por ejercer la libertad no le dejaba dormir.
No les cuento más sobre su vida, sus estereotipos y como poco a poco se tambalea el entramado que sustentaba su vida. Les dejo con algunos párrafos, espero que les resulten interesantes.
“El Comité de Resoluciones estaba informado. Decían que Puesto que Dios Todopoderoso en su sabiduría infinita había decidido trasladar a una esfera de más elevada utilidad a treinta y seis agentes inmobiliarios del estado el año anterior, la convención en asamblea decidía que lamentaba que Dios lo hubiese hecho y que debía por ello ordenarse y se ordenaba al secretario incluir esa resolución en el acta y consolar a las familias afligidas enviándoles una copia a cada una.
Una segunda resolución autorizó al presidente a utilizar quince mil dólares para presionar a la Legislatura del estado para que aprobara medidas fiscales más saludables. Esta resolución tenía mucho que decir sobre Amenazas a la actividad Comercial Honorable y liberar las Ruedas del Progreso de obstáculos miopes y desacertados” [ob. cit. pág. 196]
Esto último me suena a legitimar la corrupción. En este país muchos se apuntarían a esta resolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario