Empecemos por el final y para ello voy a transcribir el último párrafo del artículo del profesor Félix Ovejero Lucas aparecido hoy, 2 de septiembre de 2009, en El País [+]: “Las enseñanzas no acaban aquí. Pero tampoco hay que recordar lo obvio; aunque eso nunca se sabe, sobre todo, en un país en el que cada autonomía tiene su calendario de vacunación y los consejeros se reúnen para "negociar" las fechas, empezando por la de la propia reunión, claro; esto es, para redescubrir -aunque, claro, eso no lo dirán- la importancia de un Ministerio que tome las decisiones.”
Por supuesto que les sugiero la lectura del mismo, pero me quería quedar con este párrafo final porque desde hace algún tiempo llevo dándoles vueltas al mismo tema: “la descentralización del Estado y sus consecuencias menos valoradas”. Los aspectos positivos de la descentralización del Estado parece que no se discuten. El modelo de organización del estado ha sido valorado como muy apropiado, no sólo en lo que se refiere a la gestión administrativa, sino a la autonomía política que con el paso del tiempo ha superado las competencias de los gobiernos autónomos tal y como fueron asignadas y recogido en el artículo 148 de la Constitución Española [CE] , de tal manera que el Estado ha cedido competencias exclusivas a favor de los gobiernos autónomos, aunque en muchos casos estas transferencias han estado sujetas más a necesidades de los partidos que ostentan el gobierno central: Partido Popular [PP] y Partido Socialista Obrero Español [PSOE], que a necesidades reales, de mayor eficiencia en la gestión o de otros criterios, vamos a llamarlos “técnicos”. Ha prevalecido el principio de: “se cambian votos de partidos nacionalistas en el Parlamento nacional por competencias para asegurar gobernabilidad”.
Del progresivo adelgazamiento del artículo 149 de la CE hoy se dan dos hechos papables; por un lado el Estado ha tenido que crear dentro del ejército la Unidad Militar de Emergencias [UME], entre otras cosas y, muy importante, porque la administración central se había quedado sin capacidad ninguna en la gestión de catástrofes. Se habían trasvasado competencias hasta el punto de vaciar de contenido el papel del estado en catástrofes más allá del ámbito territorial de cualquier comunidad. La famosa gripe y la pandemia de la misma ha dejado al descubierto que a Trinidad Jiménez se le chafaron las vacaciones. Ella pensaba que ese ministerio iba darle más alegrías, pero... Bueno, a lo que iba Trinidad Jiménez y los consejeros de sanidad de todas y cada una de las comunidades tienen que negociar medidas para buscar una actuación conjunta. Ese consejo interterritorial no tiene competencias, ni puede obligar a cada uno de los gobiernos autónomos. Hasta ahora no hay serias discrepancias entre las distintas comunidades porque, entre otras cosas, así hay alguien a quien echarle la culpa, pero no estamos seguros de que esa aparente unidad se rompa en cualquier momento y cada uno tome las medidas que mejor le convengan y eso no significa que sean las más adecuadas. Se imaginan, por ejemplo, que una comunidad señale a un grupo determinado de población como de riesgo y decida una vacunación masiva; o la medida de no cerrar los centros de enseñanza se va a mantener de forma unitaria, por acuerdo, que no obliga, o por el contrario, si la presión social en alguna comunidad es grande se podrá cambiar esta norma, o cualquier otro acuerdo de los tomados de forma unilateral. A lo mejor no lo sabremos nunca, pero mejor será que no ocurra, porque entonces habrá gripe de primera y gripe de segunda.
En fin, que la política diaria y las palabras huecas a las que nos tienen acostumbrados no lleve a los que tienen responsabilidades a dejarse arrastrar por intereses espurios.
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