domingo, 10 de octubre de 2010

CINE: CARANCHO. PABLO TRAPERO

La vida de los seres anónimos, de los perdedores de la vida dan en muchas ocasiones historias verdaderas, llenas de vida en el cine, lo único que hace falta es que alguien las cuente. En Carancho, dirigida por Pablo Trapero, el director nos pasea por la noche bonaerense donde un abogado sin licencia ni escrúpulos vive de la desdicha ajena; aprovecha las desgracias en accidentes de tráfico para estafar a víctimas y compañías aseguradoras (negocio muy lucrativo que se extiende sobre todo en momentos de crisis). El contrapeso a nuestro abogado lo pone una joven médico que apura horas de trabajo más allá de la resistencia humana, la que fortalece, artificiosamente, con drogas que le permiten tener los ojos abiertos, no más.

Esta pareja de perdedores, de marginales comparten una pasión que les une frente a los desaciertos de la sociedad en la que viven, y si pretenden sacar la cabeza de ese enlodamiento social sólo consiguen golpe tras golpe, porque son piezas de un engranaje que se pueden sustituir, pero mientras la maquinaria deja de producir bienes a costa del engaño.

De Ricardo Darín poco hay que decir porque tiene la capacidad de hacer creíble cualquier personaje que aborde, aunque se está especializando en estos personajes oscuros entristecidos por la vida y que en algún momento ven una luz que les señala que otro camino puede ser posible. En Luján, la médica protagonista, Sosa, el abogado carancho, ve esa luz y otro camino posible. La cruda realidad da mucho de sí para estas historias. Si tienen oportunidad y el ánimo fortalecido es una película recomendable.


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