Lorenza Mazzetti en “El cielo se cae”; Periférica, 2010 logra un relato vivo y creíble de su infancia en casa de sus tíos en la Italia fascista en plena segunda guerra mundial. Un relato autobiográfico donde la narradora es una menor tiene muchas papeletas para resultar o empalagoso o ajeno al lenguaje propio de la infancia, sin embargo, Lorenza Mazzetti, Penny en la novela, consigue el tono justo para describir sus días en una villa italiana en el verano de 1944, pero no una villa cualquiera, sino en la que vivía un pariente de Albert Einstein y que por su origen judío, además de su parentesco con el científico, sufrió las consecuencias de la persecución nazi.
Los juegos, la escuela, la vida en la casa, los soldados que llegan son los recuerdos que toman cuerpo en esta novela autobiográfica aparecida a comienzos de los años sesenta y toman vida con la naturalidad que se ven las cosas desde los ojos de la infancia. Recomendable, así que les dejo con algunos párrafos. Espero que les resulten sugerentes.
“La maestra dice que para el próximo día tenemos que escribir una redacción sobre lo que soñamos por la noche. “Describid que habéis soñado esta noche”
-¿Tú que has soñado, Penny? –me preguntó Lea.
-Déjame en paz, pavitonta.
Lea empezó a carcajearse porque había leído en mi cuaderno algo que la hacía reír. No sé exactamente qué.
Mi nombre extranjero en medio de tantos nombres como Pierino, Pierino primero, Pierino segundo, suena raro. Con el delantal blanco planchado, los zapatos relucientes, las piernas, el cuello y las orejas limpias, me da vergüenza estar entre tantos niños que huelen a estable.
Lea se puso en pie.
-¡Señora maestra! ¡Penny ha soñado que la virgen es calva!
-¿La virgen calva? ¡Pero qué estás diciendo…! Cállate y siéntate.
Lea dejó de reírse.
-¡La virgen no es calva! –dijo la maestra. Hizo que le alcanzasen mi cuaderno y trazó un tachón rojo. Su cara también estaba roja.
Empecé a sollozar. La señora maestra me asusta porque está muy roja y acalorada y me mira muy seria.
-¡Pero yo lo he soñado!
-¡Cierra la boca!
-¡Es verdad! ¡Es verdad! ¡Lo he soñado!
Me dio dos fuertes bofetadas y me mandó al rincón con la cara contra la pared. Luego le contó el asunto al cura.
-En casa de esa niña vive el Diablo –dijo el cura-, hay que ayudarla, tenemos que emplearnos a fondo para que ella y sus parientes no vayan al Infierno. Penny podrá salvarse, ¿pero el tío? Está condenado al martirio eterno.
-Tú, Penny, ¿crees en Dios?
-Yo sí.
-Pero tus parientes… y tu tío… -se inclinó sobre mí-. Él no cree, no os manda nunca a misa. Quien no cree en Dios, está en manos de Satanás.
Pensando y repensando sobre el tío, me parece que cuando me grita es como si el Diablo estuviese dentro de él.
-¡Hay que salvarlos, hay que salvar a estas dos criaturas y a sus parientes!” [Ob. cit. págs.11-13]
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