martes, 25 de diciembre de 2007

PARA NOSTÁLGICOS

Son muchos los ejemplos que se pueden poner a aquellas personas que añoran regímenes autoritarios en favor de lo que se considera la dictadura del proletariado. Obvian la libertad individual ensalzada en la Ilustración como eje fundamental del ser humano, y que cualquier régimen que anule al individuo atenta como contra los derechos esenciales. Digo que son muchos, pero me he permitido traer a esta palestra las palabras que recoge Vasili Grossman (1905-1964), modelo de escritor y periodista. Sobran los comentarios.
“Chéjov dijo: dejemos a un lado a Dios y a las así llamadas grandes ideas progresistas; comencemos por el hombre, seamos buenos y atentos para con el hombre sea éste lo que sea: obispo, campesino, magnate industrial, prisionero de Sajalín, camarero de un restaurante; comencemos por amar, respetar y compadecer al hombre; sin eso no funcionará nada: a eso se le llama democracia, la democracia que todavía no ha visto la luz en el pueblo ruso.
“El hombre ruso ha visto todo durante los últimos mil años, la grandeza y la supergrandeza, sólo hay una cosa que no ha visto: la democracia. He aquí la diferencia entre el decadentismo y Chéjov. El Estado puede asestar un golpe en la nuca al decadente por rabia, puede darle un puntapié en el trasero. Pero el Estado no comprende la esencia de Chéjov, por eso lo tolera. En nuestro régimen la democracia verdadera, humana, no existe.
Vida y destino; Vasili Grossman; pág. 357

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