martes, 12 de febrero de 2013

SE ME ACABARON LA LECTURAS

(Aclaro que esta entrada es de hace algún tiempo, pero estaba sin publicar, así que sale adelante sin modificación alguna salvo este texto entre paréntesis)
Parece casi normal que en un viaje se te acabe el desodorante, la batería del móvil o la de la cámara en el momento más inoportuno, pero para mí era menos normal, rarísimo, que se me acabaran las lecturas. Esta vez ocurrió, este agosto me deparó esa sorpresa. Durante el vuelo casi acabé con la obra que ya llevaba iniciada, Réquiem alemán de Philip Kerr, RBA, 2007. Esta novela forma parte de la tetralogía Berlín Noir, recomendable, pero ya comentaré algo de ella.
Casi sin solución de continuidad y después de un periodo de adaptación, corto, al lugar de destino la lectura la ocupó Henning Mankell con La falsa pista, 2001. Como siempre a su nivel y no cansan las historias del inspector Wallander, muy recomendable, pero con un cierto orden y no de lecturas aleatorias con la serie Wallander como estoy haciendo yo. Pues como engancha mucho duró lo que duró y hubo que recurrir a Borders, una librería impresionante pero con poca literatura en castellano, muy poco donde elegir, así que sin pensarlo mucho opté por El secreto de Christine de Benjamín Black, Punto de Lectura, 2006. Benjamín Black es el seudónimo de John Banville cuando escribe novela negra. Ya comentaré esta obra.
Todo esta introducción para llegar a la relectura, se acababan las novelas pero no el viaje, así que opté por “secuestrar” el libro de mi compañera de viaje. Sí fue un secuestro en toda regla, pero las adicciones son las adicciones y a un adicto le cuesta mucho reprimirse. El “secuestrado” es una novela muy recomendable: El resplandor de la madera de Héctor Aguilar Camín, Alfaguara, 1999. Me parece una de las obras más importantes escritas en castellano el siglo pasado y ayuda, a mí, para sustentar esa teoría de los estados fallidos donde México es un ejemplo claro, muy claro. Novela de varias generaciones narrada de forma singular con una maestría incuestionable y muy atrayente. Mientras releía esta historia las noticias desde Miami cuentan de Chávez y su nueva ley de educación, los problemas con los periodistas en Caracas o el cierre de emisoras. Por asociación les dejo con el siguiente texto de unos de los personajes que describe a un tirano local. “Años después, recordando esa escena invariable, Mariano Casares diría a quien lo quiera oír: El Almirante Nevares pudo haber sido un cabrón, pero no fue un cabrón cualquiera. No un cabroncete como los que vinieron después a mangonear Carrizales. Nevares fue un cabrón con barbas de prócer, un cabrón de los que necesitan los pueblos nuevos, un ingeniero de pueblos. Con él se sabía desde el primer momento quién mandaba y quién habría de mandar mientras otro como él no le saliera al paso. Pero sabías también, desde el principio, que había más cosas en su cabeza que en la tuya, y que tenías que aprender mucho antes de pensar siquiera en salirle al paso.”
Me da la impresión que el Almirante Nevares tiene algo de Chávez o al revés. No creo en la necesidad de líderes para pueblos nuevos, ni viejos, que se consideren salvadores, pero a lo mejor muchos en Venezuela si lo creyeron, y lo creen, cuando ha sido reelegido una y otra vez, a pesar de que cada paso de su actuación va en recortar derechos y libertades, mientras acrecienta su poder. En fin seguiré leyendo.

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