martes, 12 de febrero de 2013

CINE: LINCOLN. STEVEN SPIELBERG


        De todos los binomios posibles actor/director para encarar una obra como Lincoln no se me ocurre otro más acertado que Steven Spielberg y  Daniel Day-Lewis; el primero como director de obras maestras y otras menos, pero incuestionable cuando se enfrenta a retos de esta magnitud. Daniel Day-Lewis supera en esta obra papeles magníficos como el realizado en Mi pie izquierdo, 1989 o Pozos de ambición, 2007. Spielberg se enfrentaba al reto de dignificar al pueblo americano frente a los detractores dentro del propio país, los de fuera son los mismos siempre; la esclavitud y Lincoln le dan los elementos para esa reivindicación y Day-Lewis encarna el carácter del presidente de forma magistral. El deísmo del que habla Christopher Hitchens en este gobernante se materializa en la soberbia actuación de este actor que transmite carácter. Supongo que Obama habrá cogido recortes de esta obra.

No menos significativas son las historias paralelas que se desarrollan durante casi ciento cincuenta minutos. Su vida privada, el drama del hijo muerto en la guerra, las relaciones en el Congreso y cómo se consiguen los votos, o la propia guerra. Mantener la tensión y el interés no es fácil, sobre todo porque nos podemos quedar en lo superficial y perdernos todo lo que rodea a la figura presidencial, que por su fuerza atrae la atención del espectador y casi anula al resto.

Solo me queda recomendarles que la vean, que disfruten del papel de Day-Lewis y de la grandeza del cine de Spielberg. Les dejo con un texto de Cristopher Hitchens extraído de su libro Dios no es bueno, 2008.

“No conocemos las creencias íntimas de Lincoln. Le gustaba hacer referencia a Dios Todopoderoso, pero jamás fue miembro de ninguna iglesia y los clérigos se opusieron de forma radical a sus primeras candidaturas. Su amigo Herndon sabía que había leído a Paine, a Volney y a otros librepensadores y se había formado la opinión de que en privado no era un creyente categórico. Parece improbable. Sin embargo, sería inexacto afirmar que era cristiano. Hay muchas evidencias que avalan la opinión de que era un escéptico atormentado con cierta tendencia l deísmo. Como quiera que fuese, lo máximo que puede decirse a favor de la religión en el grave asuntos de la abolición de la esclavitud es que muchos cientos de años después y habiéndose impuesto y pospuesto el asunto hasta que el interés egoísta condujo a una horripilante guerra, consiguió finalmente deshacer una pequeña parte del daño y la desgracia que en primera instancia había infligido” [ob. Cit. pág. 201]



No hay comentarios:

Publicar un comentario