domingo, 17 de febrero de 2013

CINE: THE MASTER. PAUL THOMAS ANDERSON

          

              Por un momento pensé en iniciar esta entrada haciendo un recuento de películas en las que el protagonista es un ex-soldado, alguien que ha sufrido el trauma de un conflicto bélico y regresa a casa. La filmografía está llena de ejemplos unos más acertados que otros, como no podía ser de otra manera. Como estoy seguro que les viene a la memoria más de un ejemplo me ahorro la lista y las comparaciones. The Master, 2012 nos cuenta esta historia de la mano de un grande de la interpretación: Joaquin Phoenix

            En cualquiera de ellas el papel del protagonista se puede convertir en más o menos creíble y son el director y el actor quienes tienen que conseguir que el espectador se ponga en lugar de ese ser por lo general muy atormentado. En esta ocasión creo que el papel de Joaquin Phoenix nos muestra al inadaptado, al que vuelve ya roto del conflicto (peor son los que no vuelven) y ya como civil se desliza por la pendiente de la autodestrucción lenta para ser más dolorosa si cabe.

            Al hundido siempre se le aparece la tabla de salvación, hay que darle salida ala historia, en forma de  ayuda personal, de objetivo a alcanzar, seguro que en algún caso hasta una cuestión religiosa ilumina al caído. En fin no les digo más porque sería casi desvelar el contenido de la película, pero si les puedo adelantar que dos actores como Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman son merecedores de todos los elogios que se les ocurran por sus interpretaciones, que son muy tortuosas y que tienen la obligación de convencer al espectador de lo que están viendo.

            Si tienen oportunidad no dejen de verla, un rato de cine interesante. Ah, se me olvidaba del director solo decirles que tiene ha hecho cosas tan dispares (y muy buenas) como Boogie nights, (1997), Magnolia, (1999) o Pozos de ambición (2007). Que las disfruten si no las han visto y les llama la curiosidad.

miércoles, 13 de febrero de 2013

LECTURAS: JUNTOS. RICHARD SENNET


             Hace algunos años descubría a Richard Sennet cuando me dedicaba a lecturas relacionadas con la ciudad, algo que todavía me apasiona por lo que tiene de logro social; creo que la ciudad y el dinero son dos de los logros de la Humanidad que tienen una estrecha relación con la confianza. De esto hablaremos en otro momento, pero volviendo a los inicios fue Carne y Piedra, 2007 donde tuve el placer conocer a este autor. De ahí arranca mi interés por su obra y por como lleva a sus escritos la finura de sus observaciones sobre esta sociedad que nos ha tocado vivir.

            Cualquier profesional debe poner sus obras cerca y acudir a ellas para encontrar elementos que nos ayuden a entender no solo las relaciones sociales de los entornos en los que nos movemos, incluido el mundo del trabajo. En Juntos. Rituales, placeres y política de cooperación, Anagrama; 2012, nos coloca frente a lo que entendemos por cooperación y como se vive en distintos ámbitos y su evolución a lo largo de la Historia. Sus afirmaciones, argumentadas desmitifican mitos de colaboración y trabajo colaborativo del que se habla y dice mucho, pero la realidad es que en muchos ámbitos profesionales, bueno yo diría que en todos.

            Esta obra, Juntos forma parte de una trilogía de la que ya ha aparecido El artesano, Anagrama; 2009 y un tercero, que no conozco y versará sobre la ciudad. El conjunto será un soporte intelectual imprescindible para quienes ejerzan cualquier actividad profesional con la dedicación y el interés necesarios para hacer de su profesión un motivo de enriquecimiento profesional y plantearse esa actividad como algo vivo y cambiante y no solo como un acto rutinario y repetitivo.

            Les dejo algún párrafo donde, sí estamos “juntos”, pero eso no significa cooperación.

            “La transformación en el trabajo moderno han debilitado también en otro sentido tanto el deseo como la capacidad de cooperar con los diferentes. En principio, todas las organizaciones modernas están a favor de la cooperación, pero en la práctica, la propia estructura la impide, lo que se conoce en el análisis de gestión empresarial como “efecto silo”, esto es, el aislamiento de los individuos y departamentos en unidades distintas, personas y grupos con poco que compartir y que en realidad ocultan información útil a los demás. Los cambios en el tiempo durante el cual los individuos trabajan juntos aumenta este aislamiento.
El trabajo moderno tiende por naturaleza cada vez más al corto plazo, pues los empleos temporales o a tiempo parcial sustituyen las carreras laborales que se desarrollaban íntegramente en la misma institución” [ob. Cit. pág. 21]

Entrevista a Richard Sennet en Clarín [++]

LECTURAS: MÁS AFUERA. JONATHAN FRANZEN


            Le debo a Jonathan Franzen horas de lectura, unas veces sosegada y otras con cierto desasosiego, incluso, algo más; asimismo sus dos grandes obras Las correcciones, Seix Barral/Círculo de Lectores; 2001 y Libertad, Salamandra; 2011 me llevaron a interesarme por obras en las que las historias que se cuentan tienen que ver con las familias y las relaciones que en ella se establecen. La intrahistoria de cada una de ellas y como hay que presentar una cara que dé respuesta a lo que se espera de ellas en el entorno en el viven y las realidades que se viven de puertas adentro. Por auténtica pereza no he comentado las obras citadas, aunque Las correcciones ya hace algunos años que la leí.

            Más afuera, Salamandra, 2012 es una recopilación de textos de no ficción que se reparten entre ensayos, artículos, alguna reseña y también algún discurso como el que abre el texto. La unidad del conjunto es la no ficción y en ellos podemos encontrar algunos que pueden tener más interés por el tipo de relato, a mi me gustó especialmente el que da título a la obra y hace referencia a su viaje, solo, después de la campaña de promoción de su última novela: Libertad, que se esperaba y creo que no defraudó.

            Realmente Masafuera es como llaman los lugareños a una isla remota en el Pacífico sur a unos ochocientos kilómetros de franja costera de Chile. Alexander Selkirk, es el nombre que le pusieron los funcionarios chilenos en la década de los sesenta del siglo pasado y que pensaban que podía ser un destino turístico, para aquellos que busquen una aventura tipo Robinson Crusoe.

            De ese relato, las peripecias para llegar, montar su campamento y andar en medio de una tormenta en busca de un determinado tipo de pájaro (tiene mucho interés por la ornitología) me quedo con las palabras que le dedica a su amigo David Foster Wallace, del que lleva sus cenizas para esparcir en Masafuera. Les dejo con algunos párrafos de esa parte y les recomiendo su lectura, aunque para mi tiene altibajos por ser una recopilación muy variada. Espero que lo disfruten

            “Era querible como lo es un niño, y capaz de devolver el amor con una pureza infantil. Si a pesar de eso el amor está excluido de su obra, es porque nunca se sintió merecedor de recibirlo. Fue un prisionero a perpetuidad en la isla de sí mismo. Lo que de lejos parecían suaves contornos eran en realidad acantilados costados a pico. A veces sólo una pequeña parte de él estaba loca, a veces casi todo él, pero como adulto, nunca estuvo del todo loco. Lo que había visto de su Ello mientras intentaba fugarse de la prisión mediante su isla mediante las drogas y el alcohol, sólo para verse más apresado por la adicción, al parecer nunca dejó de socavar su fe en su queribilidad. Incluso después de desintoxicarse, incluso décadas más tarde de su intento de suicidio a finales de la adolescencia, incluso tras su lenta y heroica construcción de una vida para sí mismo, se sentía indigno. Y a la larga ese sentimiento se entrelazó, al punto de ser indistinguibles, con la idea del suicidio, la única escapatoria segura de su prisión; más segura que la adicción, más segura que la ficción, más segura, al final, que el amor.” [Ob. Cit. pág. 50]

martes, 12 de febrero de 2013

SE ME ACABARON LA LECTURAS

(Aclaro que esta entrada es de hace algún tiempo, pero estaba sin publicar, así que sale adelante sin modificación alguna salvo este texto entre paréntesis)
Parece casi normal que en un viaje se te acabe el desodorante, la batería del móvil o la de la cámara en el momento más inoportuno, pero para mí era menos normal, rarísimo, que se me acabaran las lecturas. Esta vez ocurrió, este agosto me deparó esa sorpresa. Durante el vuelo casi acabé con la obra que ya llevaba iniciada, Réquiem alemán de Philip Kerr, RBA, 2007. Esta novela forma parte de la tetralogía Berlín Noir, recomendable, pero ya comentaré algo de ella.
Casi sin solución de continuidad y después de un periodo de adaptación, corto, al lugar de destino la lectura la ocupó Henning Mankell con La falsa pista, 2001. Como siempre a su nivel y no cansan las historias del inspector Wallander, muy recomendable, pero con un cierto orden y no de lecturas aleatorias con la serie Wallander como estoy haciendo yo. Pues como engancha mucho duró lo que duró y hubo que recurrir a Borders, una librería impresionante pero con poca literatura en castellano, muy poco donde elegir, así que sin pensarlo mucho opté por El secreto de Christine de Benjamín Black, Punto de Lectura, 2006. Benjamín Black es el seudónimo de John Banville cuando escribe novela negra. Ya comentaré esta obra.
Todo esta introducción para llegar a la relectura, se acababan las novelas pero no el viaje, así que opté por “secuestrar” el libro de mi compañera de viaje. Sí fue un secuestro en toda regla, pero las adicciones son las adicciones y a un adicto le cuesta mucho reprimirse. El “secuestrado” es una novela muy recomendable: El resplandor de la madera de Héctor Aguilar Camín, Alfaguara, 1999. Me parece una de las obras más importantes escritas en castellano el siglo pasado y ayuda, a mí, para sustentar esa teoría de los estados fallidos donde México es un ejemplo claro, muy claro. Novela de varias generaciones narrada de forma singular con una maestría incuestionable y muy atrayente. Mientras releía esta historia las noticias desde Miami cuentan de Chávez y su nueva ley de educación, los problemas con los periodistas en Caracas o el cierre de emisoras. Por asociación les dejo con el siguiente texto de unos de los personajes que describe a un tirano local. “Años después, recordando esa escena invariable, Mariano Casares diría a quien lo quiera oír: El Almirante Nevares pudo haber sido un cabrón, pero no fue un cabrón cualquiera. No un cabroncete como los que vinieron después a mangonear Carrizales. Nevares fue un cabrón con barbas de prócer, un cabrón de los que necesitan los pueblos nuevos, un ingeniero de pueblos. Con él se sabía desde el primer momento quién mandaba y quién habría de mandar mientras otro como él no le saliera al paso. Pero sabías también, desde el principio, que había más cosas en su cabeza que en la tuya, y que tenías que aprender mucho antes de pensar siquiera en salirle al paso.”
Me da la impresión que el Almirante Nevares tiene algo de Chávez o al revés. No creo en la necesidad de líderes para pueblos nuevos, ni viejos, que se consideren salvadores, pero a lo mejor muchos en Venezuela si lo creyeron, y lo creen, cuando ha sido reelegido una y otra vez, a pesar de que cada paso de su actuación va en recortar derechos y libertades, mientras acrecienta su poder. En fin seguiré leyendo.

CINE: LINCOLN. STEVEN SPIELBERG


        De todos los binomios posibles actor/director para encarar una obra como Lincoln no se me ocurre otro más acertado que Steven Spielberg y  Daniel Day-Lewis; el primero como director de obras maestras y otras menos, pero incuestionable cuando se enfrenta a retos de esta magnitud. Daniel Day-Lewis supera en esta obra papeles magníficos como el realizado en Mi pie izquierdo, 1989 o Pozos de ambición, 2007. Spielberg se enfrentaba al reto de dignificar al pueblo americano frente a los detractores dentro del propio país, los de fuera son los mismos siempre; la esclavitud y Lincoln le dan los elementos para esa reivindicación y Day-Lewis encarna el carácter del presidente de forma magistral. El deísmo del que habla Christopher Hitchens en este gobernante se materializa en la soberbia actuación de este actor que transmite carácter. Supongo que Obama habrá cogido recortes de esta obra.

No menos significativas son las historias paralelas que se desarrollan durante casi ciento cincuenta minutos. Su vida privada, el drama del hijo muerto en la guerra, las relaciones en el Congreso y cómo se consiguen los votos, o la propia guerra. Mantener la tensión y el interés no es fácil, sobre todo porque nos podemos quedar en lo superficial y perdernos todo lo que rodea a la figura presidencial, que por su fuerza atrae la atención del espectador y casi anula al resto.

Solo me queda recomendarles que la vean, que disfruten del papel de Day-Lewis y de la grandeza del cine de Spielberg. Les dejo con un texto de Cristopher Hitchens extraído de su libro Dios no es bueno, 2008.

“No conocemos las creencias íntimas de Lincoln. Le gustaba hacer referencia a Dios Todopoderoso, pero jamás fue miembro de ninguna iglesia y los clérigos se opusieron de forma radical a sus primeras candidaturas. Su amigo Herndon sabía que había leído a Paine, a Volney y a otros librepensadores y se había formado la opinión de que en privado no era un creyente categórico. Parece improbable. Sin embargo, sería inexacto afirmar que era cristiano. Hay muchas evidencias que avalan la opinión de que era un escéptico atormentado con cierta tendencia l deísmo. Como quiera que fuese, lo máximo que puede decirse a favor de la religión en el grave asuntos de la abolición de la esclavitud es que muchos cientos de años después y habiéndose impuesto y pospuesto el asunto hasta que el interés egoísta condujo a una horripilante guerra, consiguió finalmente deshacer una pequeña parte del daño y la desgracia que en primera instancia había infligido” [ob. Cit. pág. 201]