martes, 10 de diciembre de 2013

LECTURAS: INTEMPERIE. JESÚS CARRASCO

             
Si las palabras te saben a tierra; si las frases erosionan tu garganta al tragar dejando el regusto de la sangre en el paladar; si arrebujado en tu sillón percibes el olor rancio del sudor viejo mezclado con el de la orina reseca en la entrepierna; si el bochorno casi te ahoga, no es que lo estés viviendo, es que lo estás leyendo.

            Así me he sentido mientras de forma casi enfermiza leía Intemperie de Jesús Carrasco, Seix Barral, 2013. Desde la primera línea: “Desde su agujero de arcilla escuchó las voces que lo llamaban…”, hasta la última palabra mi compañía fue el desasosiego. Mientras avanzaba en el recorrido por las páginas de esta novela, la angustia iba en aumento porque los personajes, el niño el viejo, los extremos de la vida, que se mueven en el secarral y se entrecruzan sus caminos para sumar dolor y sufrimiento.

            No dejes de leer Intemperie para comprobar qué y cómo te pueden conmover estas historias que pueden parecer simples, pero como las cuenta Jesús Carrasco dejan huella.

            Te dejo con estas líneas por si sirven de estímulo para su lectura. Si es así que la disfrutes.
            “Por suerte para él, el llano no daba para exotismo. Allí sólo había galgos. Carnes escurridas sobre largos huesos. Animales místicos que corrían tras las liebres a toda velocidad y que no se detenían a olfatear porque habían sido arrojados a la Tierra con el único mandato de la persecución y el derribo. Flameaban líneas rojas en sus costados como recuerdos de las fustas de los amos. Las mismas que en el secarral sometían a niños, mujeres y perros” [Ob. cit. pág. 10]

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